Si bien no existe certeza absoluta de la conclusión de la “temporada de zopilotes” -López Obrador, dixit-, se empiezan a esbozar caminos orientados a cambiar los términos en los cuales se han desarrollado las elecciones en México durante el presente siglo.
Vías no necesariamente infalibles o de mejor diseño; simplemente diferentes, donde todos los actores políticos habrán de modificar su tradicional forma de relacionarse con la ciudadanía, entre sí y con las autoridades electorales.
Corresponderá a los partidos cargar con el mayor peso en la reestructuración que se avecina, si su pretensión es seguir representando a la sociedad.
Hoy se expusieron dos puntos de vista, los cuales presentan dos visiones importantes hacia el futuro. De una parte, la óptica de la clase gobernante; Sergio Gutiérrez, presidente de la Cámara de Diputados, aseguró que México necesita una reforma electoral que “abarate el costo de las elecciones”, porque la “democracia mexicana es una de las más caras del mundo”.
Para él, la premisa fundamental es la austeridad, pues “la democracia puede simplificarse”, vía menores recursos públicos a partidos políticos y autoridades electorales. Para Sergio Gutiérrez lo realmente significativo es tener “una democracia más barata”, aun cuando en el sistema electoral actual hay cosas óptimas y deben salvaguardarse y otras que replantear.
El otro punto de vista es más complejo y apenas es incipiente. La constitución de un grupo parlamentario plural en el Senado de la República, podría redimensionar el sistema político del país, al poner en el centro de la discusión la esencia y operatividad de los partidos políticos.
La simple separación de las siglas por las que llegaron a su escaño, va más allá de su impacto numérico en cada bancada. Tiene el propósito de atender más a las demandas de la población, en lugar de seguir a pie juntillas la línea partidista lo cual, por mínimo que sea, representa una fisura en la visión franquicitaria o de cotos de poder como se vienen manejando los partidos políticos.
Bien lo señala el senador Gustavo Madero, al referir que en el país “las cosas no están funcionando. El debate parlamentario está atrapado en un disco rayado de los que dicen sí a todo y los que critican todo. Esto no nos lleva a ningún lado.
“Salgámonos de las murallas que nos dividen, que son los partidos políticos, para brincar a un espacio en construcción”.
Espacio que, en un auténtico esquema de representación popular, implicaría la profunda reforma de los documentos básicos de los partidos, en los que sus liderazgos se escudan para ocultar su gatopardismo, que todo cambie para seguir igual.
Desde el inicio del presente siglo, hubo intentos para dar cabida en la vida política a los llamados “outsiders”, con nimios resultados; las candidaturas externas ha sido otro sendero por el cual se ha querido transitar, para romper el verticalismo partidario. Esfuerzos que terminaron apabullados por el statu quo.
Las alianzas partidarias, donde las ideologías y principios se diluyen, son otro ejemplo del agotado modelo en el que se desarrolla la actividad político-electoral en México y muestran la urgencia de encontrar alternativas.
Hoy, ante el adelantamiento de la sucesión presidencial, han surgido voces y actores dispuestos a evadir el largo y sinuoso camino de las reglas escritas y no escritas para aspirar a un cargo de elección popular.
Es decir, se va conformando una corriente política que, si bien no lograr aún definir con claridad sus objetivos, de lo que sí está segura es de poner distancia de los partidos políticos como los conocemos hasta la fecha.
La disyuntiva está planteada: avanzar hacia una democracia barata, similar a la ya existente, o le abrimos paso a una de patente, donde los ciudadanos realmente nos sintamos representados.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Nuevamente le fallan los otros datos al presidente López Obrador. El Inegi informó que en agosto la ocupación en el país registró un retroceso; así, los niveles de empleo vuelven a estar por debajo de lo observado antes de la pandemia. La ocupación en la formalidad se redujo en más de 308 mil personas, mientras que en la informalidad fueron más de 432 mil.
@Edumermo