El México mágico y misterioso en tiempos del cuatroteísmo en los últimos días nos ha dado escenas sin desperdicio; inclusive se podría pensar en la realización de un “tour” por todos aquellos sitios donde se muestran a plenitud los fundamentos de esta corriente: no mentir, no robar, no traicionar.
El lugar más icónico, desde luego, es Palacio Nacional que, de acuerdo con un recuento, cada mañana, se dicen alrededor de 80 dichos o expresiones no verdaderas, sin pudor alguno.
Es, además, desde ese suntuoso recinto en el cual su ocupante temporal llama a los mexicanos a llevar a cabo una vida monacal, franciscana, y en esta temporada de compras prenavideñas, cual “standupero”, invita a la gente a hacer compras con motivo del “Buen Fin”, pero sin caer en la adquisición de “lujos baratos”.
Tímido, como dice ser, no tiene reparo alguno en denostar a todos aquellos insolutos que se niegan a aceptar sus puntos de vista; tampoco lo tiene en sus innumerables intentos por brincarse los ordenamientos existentes, a fin de hacer su sacrosanta voluntad.
Escenario de gestas heroicas, el Palacio Nacional ahora es valladar a cualquier manifestación de inconformidad y, al mismo tiempo, laboratorio alquimista, en el cual los no sanctos ingresos familiares, súbitamente se convierten en “aportaciones”, lavadas o purificadas por la bendita palabra presidencial.
Muy cerca del lugar, a unos cuantos pasos, tenemos el edificio donde despacha la jefa de gobierno de la Ciudad de México -la chica de rojo-, Claudia Sheinbaum, cuyos colaboradores están empeñados en hacerla quedar mal y poner en entredicho su buen nombre y el de Morena.
Ella, que se sonroja cuando le hablan del amor, avanza liviana hacia la candidatura presidencial, sin importar los muertos del colegio Rebsamen o los del derrumbe de un tramo de la Línea 12 del Metro que, a sus ojos, han sido simples incidentes y no actos “perno-ciosos”.
El siguiente punto sería la sede del Movimiento de Regeneración Nacional, continuo escenario de luchas tribales y de apariciones y desapariciones de los recursos de fideicomisos y prerrogativas, que nunca terminan por llegar completos a sus destinatarios finales.
Fieles escuderos del primer mandatario, sus dos últimos dirigentes han dado muestra de su apego irrestricto a la austeridad republicana, haciendo compras y asistiendo a eventos que, en solidaridad con las clases más desfavorecidas, están a años luz del lujo barato, propio de las clases medias y fifis.
Estos tres lugares, sin lugar a dudas ocuparían buen tiempo en el mencionado tour. Pero no deben quedar excluidos de ser visitados los edificios centrales de la Comisión Federal de Electricidad, Petróleos Mexicanos que, gracias a quienes los encabezan, ahora resulta imposible encontrar manifestaciones de nepotismo y compadrazgo.
La Secretaría de Salud y el Insabi son otros dos sitios imperdibles de recorrer. Por sus instalaciones, la ineficiencia y las invidencias científicas pululan livianas por sus pasillos. El aroma de sapiencia que ahí se respira supera con mucho el mal olor de más de medio millón de mexicanos muertos a causa del coronavirus, o el del hedor que han dejado las compras de medicamentos.
Paisajes apenas de un México donde sus autoridades festinan impúdicamente como logros los miles de millones de dólares en remesas de mexicanos que ahí no encontraron oportunidades y la fría liviandad con la que miran a las víctimas de una gestión que se va ir a presumir al mundo como el modelo a seguir.
He dicho
EFECTO DOMINÓ
Mientras el presidente Andrés Manuel López Obrador urge a la vuelta a las clases presenciales en todo el país y en todos los niveles, la Organización Panamericana de la Salud, advirtió de la existencia de más de 20 mil casos activos, por lo que en el periodo invernal es altamente probable que enfrentemos una nueva ola de Covid-19 en nuestro país.
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