A la mitad del camino, el gran lema de combate a la corrupción es más una quimera que una realidad. Sin peces gordos tras las rejas y con un tridente cojo de los funcionarios responsables de barrer de arriba hacia abajo esta práctica, hablar de fracaso de esta política es reconocer la realidad.
Con severas dudas sobre la honorabilidad del aún titular de la Fiscalía General de la República, Alejandro Gertz Manero, así como de Santiago Nieto Castillo y de Irma Eréndira Sandoval, que estuvieron a cargo de la Unidad de Inteligencia Financiera y de la Secretaría de la función Pública, poco es lo presumible en este campo.
En el caso de los funcionarios defenestrados, se sabe de las múltiples propiedades de las cuales lograron hacerse, cuyos valores sobrepasan con mucho sus niveles de ingreso, por lo cual existen dudas del origen de dichos recursos. Poco importa la defensa presidencial, si no se aclara la procedencia de los dineros para la adquisición de esos numerosos bienes raíces.
Por cuanto al fiscal Gertz Manero, las sospechas no son únicamente por su colección de un centenar de vehículos clásicos; también se le atribuyen transferencias extraordinarias en sus cuentas bancarias, además de su proclividad al plagio de escritos y denuncias por afectar a familiares.
Si a ello sumamos los videos sobre el manejo poco pulcro de grandes cantidades de dinero de familiares y colaboradores cercanísimos al ejecutivo sin nombre, nos damos cuenta de la inutilidad de ondear el pañuelo blanco, cuando en casa tenemos la ponzoña.
Por estos y otros casos hechos públicos es evidente que la investidura presidencial dejó de ser inmaculada, por más que la quiera utilizar como capa de invisibilidad para ocultar las riquezas de los principales funcionarios y liderazgo del cuatroteísmo.
Las proclamas públicas del presidente sin nombre de haber acabado con la corrupción en esta administración, carecen de sustento. Un estudio recién publicado por la organización Signos Vitales, da cuenta de la serie de tropelías cometidas por buena parte de la administración cuatroteísta, que han hecho de la ilegalidad su modus operandi.
Moches, exacción del salario de los trabajadores, diezmos, violación de derechos humanos y un largo etcétera pintan de cuerpo entero la “fuerza de la inmoralidad” que priva en el gobierno actual.
Significativamente, es en las obras estandarte del mandatario innombrable –Tren Maya, refinería dos Bocas, aeropuerto de Santa Lucía- donde se presentan este tipo de abusos y violaciones a la ley y derechos de las personas.
Un ejemplo, es el caso del Aeropuerto Felipe Ángeles, Signos Vitales halló que en septiembre los trabajadores denunciaron que les quitan 30 por ciento de su sueldo y les hacen firmar como si lo recibieran completo, “a pesar de los dichos del Ejecutivo federal, el cobro de «moches» es una constante”, indica en su informe.
A su vez, la Auditoria Superior de la Federación y otros organismos de la sociedad civil han revelado que los programas sociales como Sembrando Vida y Jóvenes Construyendo el Futuro presentan actos de corrupción de manera continua, debido a la opacidad con que se manejan las ayudas, que no siempre llegan a sus destinatarios, o vienen “rasuradas”.
Sería paradójico que la triada de funcionarios anticorrupción del cuatroteísmo terminara enjuiciados por la comisión de este tipo de delito, sobre todo cuando el mandatario innombrable siempre los vio como personas honestas e íntegras.
Sería una especie de machetazo a caballo de espadas, o dime de qué presumes y te diré de qué careces.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Siguiendo los pasos de su mentor y guía, “la chica de rojo” presentó su tercer informe de gobierno de la Ciudad de México. Desde la óptica de Claudia Sheinbaum, la CDMX es “casi el paraíso” gracias a su gestión, por lo que no existiría explicación para que haya perdido la mitad de la capital del país a manos de la oposición. Un capítulo más de “Misterio en su casa”.
@Edumermo