Indolencia o cinismo ha manifestado el gobierno cuatroteísta para atender las crisis sanitaria y migratoria que enfrenta México. Mientras internamente descuida sus obligaciones, a fin de evitar desgracias y muertes, hacia el exterior pide o exige la ayuda de otros, al tiempo que los culpa de los estragos en ambos rubros.
Se dice humanista, pero su actuar impío, queda demostrado con los 55 muertos en el fatal accidente de migrantes en carreteras de Chiapas, la semana pasada, y los casi 300 mil decesos por Covid-19, desde la llegada de la pandemia a territorio nacional.
Por eso, en los días recientes el presidente sin nombre ha tenido que repartir pésames pues, como diría el clásico, se está muriendo gente que no se había muerto y, mucho menos, a causa de las fallidas políticas cuatroteístas, colocando a México como una de las naciones con peores resultados en estos campos.
Los fallecimientos registrados en lo que va de la presente administración, han alcanzado cifras, como nunca antes. La sistemática violación de derechos humanos en materia migratoria y salud, aunados a hechos de corrupción, indolencia e ineficacia públicas son el pan de cada día.
Sin embargo, nada conmueven a las autoridades, cuyas preocupaciones se centran en cómo mantener alta la popularidad del destapador y las corcholatas, en lugar de velar por la salud y la seguridad de los mexicanos y de los migrantes que se encuentra dentro de nuestras fronteras.
Así hemos sido testigos de cómo el innombrable y su claque, de manera fingida, se conduelen más por los decesos de Carmen Salinas y Vicente Fernández que por los más de 1,000 mexicanos fallecidos por coronavirus en cada semana.
A punto de alcanzar hasta en cinco veces, la cifra catastrófica de muertes por Covid, los deudos de las víctimas ven cómo la ayuda funeraria prometida de 11,600 pesos no llegará a sus bolsillos pero sí, con toda seguridad, aparecerá registrada en las cuentas oficiales. Lo sucedido con el apoyo a damnificados del sismo de 2017, sería replicado.
Por cuanto a los 55 migrantes, centroamericanos en su mayoría, que perdieron la vida en Chiapas hace unos días, en vez de demandar el esclarecimiento de los hechos y castigo a los culpables, el presidente sin nombre prefiere culpar al gobierno de Estados Unidos.
Con ello, busca excusar la acumulación de yerros que propiciaron el fatídico desenlace que, más allá de la torpeza del conductor del tráiler, tiene su origen en la evidente corrupción prevaleciente en autoridades federales, estatales y municipales.
Culpar al gobierno norteamericano por no acelerar la ayuda económica a Centroamérica, como la causa principal de la tragedia, choca con su petición a las autoridades estadounidenses a tratar con respeto y dignidad tanto a los mexicanos migrantes que viven en su territorio, como los que se encuentran en nuestro país.
Demandar: “no queremos más maltrato a los mexicanos que están en Estados Unidos y no queremos que le falten el respeto a México”, queda como ejemplo del cinismo presidencial, si se contrasta con el trato infrahumano otorgado a los migrantes de otros países.
Palabras sin sustento del mandatario sin nombre, como queda de manifiesto luego de haber aceptado de nueva cuenta la imposición del programa “Quédate en México”. Es decir que, a pesar de los pesares, el gobierno cuatroteísta aceptó ser algo más que muro de contención.
Salud y migración en México se han convertido en crisis humanitaria. Problema complejo que sobrepasa, con mucho, las capacidades gubernamentales actuales, por lo que cabe esperar que continúe dando pésames con mayor frecuencia.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Será una especie de mal congénito que se registra en el sureste del país que quienes fueron y son líderes de partidos políticos, aprovechen esta condición para “agandallarse” la candidatura presidencial. Dos tabasqueños ya lo hicieron y ahora un campechano quiere seguir el mismo camino.
@Edumermo