En el cuatroteísmo los arrebatos son cosa de todos los días. La imperiosa necesidad de imponerse a los demás, sean particulares, grupos o sectores sociales los orilla a la intolerancia o al desdén como método político; la ficticia división entre conservadores y liberales es el argumento más acabado al cual recurren.
Ayuno de argumentos sólidos, sustentados en hechos reales, la cofradía del mandatario sin nombre y ahora también sin estatua se refugia en el sofisma de los otros datos para presentar el mundo idílico que recorre todos y cada uno de los austerísimos aposentos de Palacio Nacional.
Más preocupados en conservar el poder, el ejército de pajecitos que rodean al presidente “X” han decidido que es tiempo de empezar a tomar cierta distancia del ejecutivo federal para adentrarse en luchas intestinas, en aras de congraciarse con quien creen será el relevo.
Por ello, estamos en vísperas de la auténtica transformación del cuatroteísmo: paulatinamente irán abandonando la labor de demolición de instituciones y opositores neoliberales, para enfocar sus baterías hacia las corcholatas y sus respectivas claques.
Desde las últimas semanas del año pasado, estos síntomas de implosión en el oficialismo han hecho su aparición. Si antes, los discursos encendidos eran contra los adversarios de fuera, en los días de sucesión adelantada, los excesos verbales son entre congéneres políticos.
De manera velada o abierta, ha salido a relucir la estigmatización entre las tribus del morenismo que, por quítame estas pajas, echan mano a sus fierros, a fin de demeritar las tareas de quienes no pertenecen a su secta.
La argumentación acomodaticia y la mentira son los principales instrumentos a los cuales recurren, sin importar si corresponden o no a la verdad; tampoco les interesa que en esas disputas queden en entredicho las acciones del gobierno.
Por ejemplo, para supuestamente secundar la afirmación del mandatario innombrable de que los anaqueles del sistema de salud se desbordarán de medicamentos, el secretario de Salud, Jorge Alcocer, informó que durante el segundo semestre de 2021 se compraron un mil 459 millones 288 mil 818 piezas, y distribuidas 522 millones.
Sin embargo, adelantó que ya se compraron 201 millones de piezas para el primer trimestre de 2022, mientras que por la compra con Unops se consideran 87 millones de piezas que darán atención a la demanda de las entidades federativas hasta junio de 2022; es decir, están en este camino 288 millones de piezas.
Cifra irrisoria como para presumir que los anaqueles se desbordarán.
Además, en días recientes hemos visto, los mensajes nada amigables entre el senador por Zacatecas, Ricardo Monreal, y el gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García, que bien podrían considerarse como ultrajantes entre autoridades y, por tanto, merecerían ser castigados por la justicia.
El espectáculo que nos depara la estigmatización entre morenistas amenaza con ser apoteósico y seguramente tendrá efectos tanto en la consulta para la revocación de mandato como en la lucha sucesoria. Compren sus nachos o palomitas.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
La indolencia y desdén con que aborda el gobierno la nueva oleada de coronavirus, marcará la responsabilidad y culpabilidad de la administración, al que poco le importan los alrededor del medio millón de decesos contabilizados hasta la fecha.
@Edumermo