Como en ningún otro momento, se puso a descubierto la verdadera naturaleza de la transformación perseguida por el presidente sin nombre y sin estatua: la instauración del modelo feudalista, como forma de gobierno, donde una única voluntad regula la vida de los demás.
El mandatario innombrable, en sus desvaríos, confunde el voto ciudadano con designio divino y a partir de esa noción, la república la convierte en feudo, por lo cual se siente con el derecho de regular y tutelar de manera férrea los derechos de millones de súbditos.
Y por el privilegio de tenerlo como repartidor de dones y gracias, los mexicanos debemos retribuirle tributos -pago de impuestos- y subordinación absoluta, para no recibir castigos y penalidades.
Cuestionar su palabra o poner en duda su honorabilidad y la de su corte es caer en sedición, acusados de herejía y perseguidos como forajidos en todo el reino por las huestes cuatroteístas,
Para asegurar ese orden, establece alianzas y pactos con nobles -los machuchones del sector privado, integrantes de otros poderes fácticos, clérigos y delincuentes-; otorga facultades extraordinarias a las fuerzas armadas y subyuga a otros grupos y sectores.
Alejado más cada día de la realidad, el monarca sin nombre imagina que Palacio Nacional es su castillo, al que debe resguardar con vallas, cual si estuviera rodeado de fosas llenas de agua, para que sólo puedan ingresar aquellos que le endulcen el oído o le otorguen riquezas.
Por todo el territorio nacional, construye cuarteles para el ejército y la Guardia Nacional, especie de fuertes para tener bajo control e intimidación a súbditos y vasallos, a quienes recompensa con migajas, siempre y cuando cumplan a pie juntillas con sus deseos y caprichos.
A sabiendas de que el poder que tiene es terrenal y finito, por más que él atribuya que proviene de un ser superior, el ejecutivo innombrable, pagado de sí mismo, quiere perpetuar si no su linaje sanguíneo, al menos sí el político, en aras de un sueño de inmortalidad.
Asediado por los achaques, sin que necesariamente sea su última voluntad, el testamento político que pretende heredar el presidente sin nombre, tiene más visos de ser una carta de despedida, ante el reconocimiento de la insuficiencia de los otros datos para corregir los hechos.
La implacable realidad de una economía en retroceso, los cientos de miles de muertos por la pandemia, la falta de medicamentos, la violencia indomable y los feminicidios, la creciente pobreza y el aumento en el descontento social se le aparecen como jinetes del apocalipsis.
Conforme se acerca la fecha de caducidad de su reinado -que no es vitalicio ni heredable- la desesperación y la desesperanza invaden sus pensamientos, por lo que cada vez más acude a decretos y edictos verbales a ver si tiempos y resultados prometidos se cumplen.
El color guinda de la sangre del cuatroteísmo está lejos de pertenecer a la realeza; su rancia ideología oscila entre monárquica y echeverrista; los testaferros -corcholatas- ya comen ansias por ser los herederos de la corona y levantan el puente para impedir el acceso a la democracia.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
El gobernador de Nuevo León, Samuel García, informó que autoridades de Texas donaron al estado 500,000 vacunas del biológico Pfizer, con las cuales se espera inmunizar contra el Covid-19 a todos los menores de 5 a 14 años de edad, a través del Programa de Vacunación Transfronteriza. Es decir, el gobierno federal rebasado.
@Edumermo