El menosprecio hacia los demás y la supuesta superioridad moral de la 4T y quien la encarna, evidenciados con nitidez antes, durante y después de la consulta revocatoria y durante el proceso de reforma eléctrica, son muestras indubitables del modito farisaico de gobernar del presidente sin nombre, sin estatua y sin gracia.
El teatro en atril mañanero es la reiterada muestra de cómo, en el nombre del pueblo, el ejercicio del poder se promueve la mentira y la intolerancia para condenar a quienes opinan diferente y, de esa forma, obtener beneficios personales y grupales, incluso a través de alianzas vergonzosas con poderes fácticos.
Más que la justicia y la equidad, al mandatario sin nombre le importa la investidura; le puede más que no se dañe Palacio Nacional que el dolor de las cientos de miles de víctimas; le gustan más las formas del poder, que ejercerlo para beneficio de la mayoría de la población.
Por eso insiste en negar la realidad del desastre en que tiene al país, con millones de nuevos pobres y poniendo en la antesala a muchos otros millones de mexicanos en la antesala de esa condición.
Es mejor para el presidente sin estatua que se hable de sus obras insignia, en las que se han destinado cantidades multimillonarias de los impuestos que pagamos los mexicanos, a que se ponga en evidencia la falta de medicamentos y el retroceso en garantizar el derecho humano a la salud.
Prefiere hablar de las decenas de cuarteles construidos para la Guardia Nacional y el número creciente de sus elementos, a reconocer las cotidianas masacres -que clasifica como multihomicidios-, los feminicidios y los continuos robos de que son objeto los mexicanos de a pié.
En vez de aplicar medidas viables para evitar mayor deterioro económico y promover el crecimiento, dedica sus esfuerzos a fustigar a los medios de comunicación y periodistas que dan a conocer no sólo sus fallas, sino las tropelías y actos de corrupción que cometen quienes le rodean.
De la economía y cartilla morales que nos llevarían al paraíso de la transformación, nada se sabe. Su ausencia o inexistencia es similar a las dotes presidenciales para resolver los graves conflictos en que vivimos los mexicanos, ya sean heredados o provocados por la actual ineptitud gubernamental.
En los hechos, las pretendidas soberanías alimentaria y energética simple y sencillamente se han traducido, hasta el momento, en una mayor dependencia del exterior. Los precios de alimentos, combustibles, gasolina y gas aumentan con frecuencia, anulando los aumentos a los salarios.
“De buenas intenciones está empedrado el camino al infierno”, señala un refrán popular. La pérdida de poder adquisitivo; la falta de garantías en materia de seguridad y salud y el estrechamiento de las vías democráticas son los peligros del fariseísmo que quiere imponernos el mandatario sin nombre y la 4T.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
La vacunación masiva contra el Covid que llevará a cabo el gobierno en todo el país, tanto para rezagados como para infantes, más que un acto de verdadero interés por la salud de la población, responde a la mala planeación en la vacunación y para evitar que los antígenos caduquen.
@Edumermo