Al estar navegando por sus redes sociales una adolescente conoce a un joven, tras interactuar por un tiempo, él la invita a salir, ella no acepta, pero su “nuevo amigo” poco a poco se gana su confianza hasta que decide conocerlo. Al llegar a su cita se da cuenta que es un adulto, quien la amenaza con dañar a sus padres si no se va con él, ya que sabe todo acerca de su familia, la secuestra, la maltrata y la obliga a prostituirse.
Esta es una historia real que puede ser vivida por cualquier niña, niño o adolescente que utilice la web. Esto es grooming.
Los menores de edad tienen la idea de que pueden encontrar amigas, amigos, novia o novio a través del internet, de ahí que se comuniquen con cualquiera que los siga en sus plataformas digitales. Según un estudio de la Red Grooming Latam aplicado en 14 países de Latinoamérica, entre ellos México, actualmente seis de cada 10 niños y adolescentes de entre nueve a 17 años han mantenido conversaciones con desconocidos a través de sus aplicaciones (apps).
Para ellos hablar con alguien que no conocen no es un riesgo, es una posibilidad de socialización digital al tener más followers (seguidores) y aumentar los “likes” de sus publicaciones. Lo que no saben es que se vuelven vulnerables al abrir inconscientemente la puerta para ser víctimas de engaño por quien suplanta una identidad o practica el grooming.
Esto es alarmante si consideramos que siete de cada 10 menores de edad en América Latina no saben qué es el grooming y cuáles son sus peligros (Red Grooming Latam).
Tan solo en nuestro país hay alrededor de 13 millones de adolescentes que usan internet de entre 12 a 17 años (ENDUTIH 2024), con el dato señalado anteriormente, más de nueve millones de jóvenes pertenecientes a ese grupo desconocen este riesgo al que están expuestos.
La cifra es una llamada de atención para que los padres de familia volteen a ver qué están mirando sus hijos en sus dispositivos, qué juegos o apps utilizan, con quién se conectan y qué conversan, porque el delincuente entra por el Wi-Fi.
En el grooming, el adulto crea un perfil falso, se hace pasar por un niño o adolescente, adopta su lenguaje y se gana su confianza, lo separa de su familia y amigos para manipularlo y obtener su información personal.
Cuando el groomer (agresor) tiene la información del menor, le pide realice cosas que no desea, si no lo hace, lo chantajea con publicar sus materiales o lo amenaza, provocándole miedo. Lo hace víctima de abuso, secuestro, trata de personas, extorsión, tráfico de órganos, esclavitud sexual infantil, entre otros.
Los menores agredidos viven con terror, caen en estados de ansiedad, depresión e incluso pueden intentar quitarse la vida. Para María Santos Becerril, académica de la Facultad de Psicología de la UNAM, los más vulnerables son quienes no tienen cercanía con sus padres, quienes están poco acompañados y no cuentan con límites ni supervisión en el uso de las tecnologías, accediendo a todas las peticiones por miedo.
Esta es una urgencia que deben atender los padres de familia de manera inmediata, porque la violencia se está dando a través de las redes sociales y están dejando solos a sus hijos en su navegación por la web.
Lo primero que se debe hacer es entender que las plataformas digitales conectan a personas sin relación alguna, esto facilita el acceso de adultos a los menores de edad.
Segundo, educarse, prepararse, capacitarse e informarse, tanto padres de familia como maestros, sobre los riesgos y peligros que pueden encontrar en internet, para que sean una guía para sus hijos y alumnos.
Además, tomar en cuenta las recomendaciones que hacen la Red Grooming Latam, la Secretaría de Gobernación, académicos del Tecnológico de Monterrey campus Hidalgo y la Facultad de Psicología de la UNAM para ayudar a sus hijos como:
- Estar atentos sobre el comportamiento o estado de ánimo que no sean normales: ansiedad, temor, agresividad o aislamiento.
- En caso de ser víctima, no bloquear al agresor y solicitar ayuda a la policía cibernética.
- Tener comunicación constante con sus hijos, creando un círculo de confianza para supervisar y acompañarlos, con criterio y conciencia, cuando se conecten, verificando con quien entablan comunicación.
- Promover espacios en el hogar y las escuelas para hablar sobre privacidad y seguridad en la web.
- Explicarles a sus hijos que no acepten invitaciones de desconocidos y eviten publicar o compartir datos personales (dirección de casa, colegio donde estudia, celular, correo electrónico, fotografías de su rostro, actividades cotidianas, horarios de sus padres, etc.).
- Configurar los ajustes de privacidad para evitar que se vea su información, especialmente las ubicaciones que registra, así como las herramientas de control parental y de seguridad que bloqueen, controlen o limiten el uso de apps y contenidos en internet, etc.
Hay mucha información sobre el tema, pero hace falta su difusión para la población en riesgo y los adultos, esta es una alerta y una invitación para que juntos hagamos comunidad.
Busquemos la información y, si es preciso, la ayuda de instituciones y organizaciones para que nuestras familias tengan conocimiento sobre las diferentes formas de violencia que se dan en la web y las redes sociales, así como las acciones que podemos implementar para cuidar a las niñas, niños y adolescentes, y a nosotros mismos.
La protección de la infancia y adolescencia en el entorno digital debe ser una prioridad de la sociedad, de las autoridades, de los medios, de las plataformas tecnológicas y, sobre todo, de los padres de familia.
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