Hasta el momento, la famosa pomada creada para sanar raspones, quemaduras y ardores no le está funcionando al ejecutivo federal sin nombre, pues necesita algo más que Vitacilina para evitar las magulladuras que le han dejado los actos de corrupción registrados entre su parentela.
Tal vez esa sea una de las razones por las cuales se explique la emisión de su reciente acuerdo para resguardar la Información de obras y programas cuatroteístas, al considerarlas de seguridad nacional, o tal vez sería mejor llamar de “seguridad familiar”.
El timing mostrado por el presidente sin nombre en busca de anticiparse a acontecimientos que inculpan a gente cercana a sus afectos, le volvió a fallar. La divulgación de la investigación sobre la fábrica de chocolates, en la cual se involucra a uno de sus vástagos, lo tomó por sorpresa.
Y no es la primera vez que sucede: hermanos, primos e hijos se han visto envueltos en hechos apartados de la licitud, lo cual resta credibilidad a quien se presume inocente y honrado, aun cuando existen diversas versiones sobre la forma nebulosa acerca de su forma de vida y sus posesiones.
Con base en la respuesta ofrecida por el ejecutivo sin nombre, resulta que sus antepasados eran aspiracionistas de cepa, y le dejaron en herencia grandes extensiones de tierra, las cuales traspaso a sus hijos, sin nunca aclarar si en los cambios de propietario y la explotación de los terrenos se han pagado impuestos o también se trata de evasores fiscales.
Con el amplio reportaje sobre la fábrica de chocolates, queda demostrado que el periodismo de investigación es el mejor antídoto para las combatir las actitudes absolutistas de quien ejerce el poder, al poner al descubierto el grado de corrosión ética y moral que sufren los gobernantes y los cercanos a ellos.
Y sintiéndose en el ejercicio pleno del “pinchi poder” -Mario Marín, dixit-, los de antes y los de hoy incurren en prácticas deshonestas, y por más maromas y argucias que hacen para evitar ser descubiertos, siempre dejan huellas que los delatan y salen a la luz pública gracias al periodismo.
Por eso, sus sistemáticos y constantes ataques a quienes ejercemos esta actividad. Y en esta ocasión los sujetos del reclamo presidencial fueron la revista Proceso y la periodista Carmen Aristegui, por el reportaje “Sembrando vida y la fábrica de chocolates”.
Sin refutar ninguno de los elementos vertidos en ese trabajo de investigación, el mandatario sin nombre lanzó su enojo a los cuatro vientos. En tono admonitorio, fustigó a los autores del mencionado trabajo periodístico, señalando que dichos medios nunca han estado con su movimiento, sino que, hacen periodismo para el grupo conservador y no para el pueblo.
Él, que dice tener información de todo sin embargo, fue incapaz de ofrecer los argumentos de la información publicada, pata una vez más descalificar la labor de periodistas y medios de comunicación.
De manera paralela, otro trabajo periodístico de El Uiniversal revelo como su programa “Sembrando vida”, más que contribuir a la reforestación, sirve para lo contrario: desforestar y para hacer negocios poco claros, como el “diezmo% que se cobra a los beneficiarios, cuyo destino final es casi tan oscuro como el color del cacao.
Haber privilegiado la siembra de este producto, inclusive en terrenos no apropiados, puede convertirse en el chocolate amargo de esta administración.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
En los días por venir, el gobierno del presidente sin nombre enfrentará dos oleadas: de migrantes y de coronavirus. La forma como ha enfrentado ambos fenómenos, no dan lugar al optimismo.
@Edumermo