Todo indica que la mejor forma que tiene el presidente sin nombre y sin estatua de evadir las responsabilidades que tiene es cambiarle el apelativo a las cosas, para ver si así la realidad se aproxima a sus sueños guajiros que, en muchas ocasiones, rayan en delirios.
Por ejemplo, a la versión 2.0 del echeverrismo, le denomina cuarta transformación; al Estado benefactor, le llama bienestar, para disimular su franco neoliberalismo; a la Conasupo, la reconoce como Segalmex, donde los cochupos de ayer y hoy se mantienen en similares niveles.
Y quizá el más distintivo de su administración, es decir “aportaciones” a los moches, cobro de piso, coperacha, rifa, tráfico de influencias y conflicto de interés entre las mil y un formas de la floreciente corrupción habida durante su mandato.
Su florido lenguaje le ha permitido ampliar la gama de sinónimos para denominar a personas, grupos, cosas, instituciones, sobre todo cuando hace públicos sus desacuerdos con su modito de gobernar.
Es tal su predilección por inventar nuevas realidades, que confunde el ejercicio del poder con el teatro en atril mañanero, donde la incontinencia verbal difícilmente se traduce en acciones de gobierno, ya sea por la inoperancia o ineptitud de sus colaboradores, o bien por el vacío que le hacen quienes no pertenecen al oficialismo.
A pesar de estos rotundos fracasos, no pierden el entusiasmo por renombrar todo aquello que se le atraviesa. Y uno más de sus actos estrafalarios, recomienda a los líderes de los grupos delincuenciales cambiarle el nombre con el que se les conoce.
Olvida que la denominación puede ser, además de una forma de identidad que da sentido de pertenencia, una marca registrada, como es su caso, aun cuando dijo que se cambiaría de nombre si no garantizaba el abasto oportuno y suficiente de medicamentos.
Por eso en este espacio se le reconoce como el presidente sin nombre, pues todo hace prever que nunca cumplirá su promesa de asegurar medicinas a los mexicanos, en especial a los niños con cáncer y otros enfermos con comorbilidades.
Los anaqueles vacíos de las farmacias en las instituciones de salud pública, en aras de acabar con la corrupción en el sector salud, la cual persiste aunque con nuevos compinches, es muestra innegable de la incapacidad cuatroteísta para manejar la cosa pública.
A las víctimas de sus yerros los llama golpistas; a los subejercicios del presupuesto, ahorros; la gripita pasó a convertirse en pandemia; la militarización se convirtió en Guardia Nacional y a la dádivas les denomina programas sociales.
Por lo que se puede apreciar, a esa ardua labor de cambiarles el nombre a personas, objetos agrupaciones y dependencias le debe dedicar buena parte de su tiempo, pues no es una labor sencilla acomodar los otros datos para que suplan a la contundencia de los hechos.
Son de tal magnitud los reveses y los hechos de corrupción que se van acumulando, que les llame como les llame, para los mexicanos será un sexenio perdido.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
La Secretaría de Gobernación reconoció un aumento del 21 por ciento, al cierre del 2021, en el número de casos reportados ante las fiscalías de justicia en el país por los delitos de acoso, hostigamiento sexual y de violación simple y equiparada contra las mujeres.
@Edumermo