La ventana para cumplir con los compromisos adquiridos en 2015 bajo la Agenda global 2030 se va cerrando, lo que coloca a las empresas ante la urgencia de reevaluar su modelo, no solo para ser sostenibles en lo ambiental, sino para fortalecer su estructura organizacional. ADENE toma este desafío como punto de partida para entregar soluciones que alineen propósito y acción empresarial.
Para Moisés Rodríguez, al frente de ADENE, la clave está en entender a la empresa como un organismo vivo: su ADN reúne las piezas que le otorgan identidad, desde la cultura interna hasta su razón de existir.
“Relacionamos esta analogía poderosa (ADN – ADENE) para describir un principio fundamental: Conectar con propósito”, sostiene, marcando así el enfoque del trabajo que lidera.
El panorama nacional revela que sobrevivir como negocio es una tarea compleja: aunque existen más de 5 millones de pymes en México, casi el 40% desaparece antes de cumplir dos años, y únicamente 15 empresas han superado el umbral del siglo, según datos de la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Tec de Monterrey. Es aquí donde los planes estratégicos emergen como instrumentos esenciales.
Más allá del núcleo productivo de una organización, el valor añadido que ofrece ADENE radica en adentrarse en las dinámicas del mercado local, tejer redes de colaboración, trazar estrategias de reducción de riesgos y costos, fortalecer el ritmo de crecimiento, generar apoyo territorial y desplegar programas de innovación. Todo ello permite impulsar a las empresas más allá de lo inmediato.
“Contar con un brazo que coloque a las organizaciones en los reflectores adecuados es igual a avanzar en su desarrollo a pasos agigantados y con la garantía de las mejores prácticas en la región para cumplir el propósito de ser sostenibles. El foco son empresas en crecimiento y en procesos de expansión en América Latina, es posible dar valor a todas las organizaciones”, enfatiza Rodríguez al describir el alcance de ADENE.
No se trata únicamente de diseñar estrategias, sino de ejecutar acciones como analizar mercados, definir objetivos claros, optimizar procesos de contratación, automatizar operaciones, establecer redes en América Latina, participar en foros y eventos estratégicos y entender las demandas culturales locales.
“Esto nos permite conocer a profundidad la situación actual de las personas y las organizaciones para identificar hacia dónde se quiere llegar, entender lo que se debe modificar, diseñar cómo se va a lograr, y establecer un método de planificación y gestión estratégica para hacerlo de forma sustentable a través del tiempo”.
La compatibilidad entre cultura empresarial y cambios estratégicos puede compararse con la genética: si no se respeta la esencia, el proceso de adaptación fracasa. Rodríguez cierra subrayando que “cada elemento del ADN (ADENE) contribuye al proceso de cambio de una organización, desde su origen hasta la internalización”.