Todos tenemos un pasado, sin embargo, ninguno es tan sórdido y escandaloso como el de Porfirio Muñoz Ledo. El diputado, que actualmente compite por la dirigencia de Morena, fue dirigente nacional del PRI de septiembre de 1975 a diciembre de 1976, durante una de las peores épocas de ese partido: mientras Luis Echeverría era presidente de México.
En ese tiempo, Muñoz Ledo realizó diversas acciones fraudulentas, entre las que destaca el haber impedido la llegada de un verdadero líder de izquierda socialista al gobierno de Nayarit durante las elecciones de 1976. La acción contrasta con las actuales aspiraciones políticas de don Porfirio, quien pelea con uñas y dientes por la dirigencia de un partido, precisamente, de izquierda.
Pero no todo queda ahí, años después, se convirtió en fundador y presidente del PRD; partido político que en los 90 gobernó la capital durante cuatro administraciones consecutivas y al que renunció debido a que no lo eligieron aspirante a la Presidencia; posición que intentó alcanzar al convertirse en candidato por el PARM en la elección del 2000 y a la que también renunció para sumarse a Alianza por el Cambio, cuyo candidato era Vicente Fox.
La búsqueda por el poder ha llevado a Muñoz Ledo a querer “regenerar” la política desde la presidencia de Morena. A pesar de sus intenciones, el candidato parece no entender sobre democracia, alegando triunfo donde claramente hay que definir, con una nueva encuesta, la diferencia de 0.05 por ciento entre los aspirantes a la dirigencia nacional de Morena.
Los mexicanos recordamos. Un político que justificó la represión de Gustavo Díaz Ordaz hacia el Movimiento de 1968 simplemente no puede ser parte de la Cuarta Transformación.