Por más que los mexicanos, vía impuestos, destinamos recursos para hacer viable a Petróleos Mexicanos, en realidad estamos echando dinero bueno al malo, ya que la situación financiera y productiva de la paraestatal no muestra signos de recuperación y difícilmente se cumplirá la meta presidencial de que, a partir del tercer año, Pemex sería el bastión para aminorar las desigualdades.
La tozudez o estrechez de miras del primer mandatario de apostar todo al rescate de Pemex, más temprano que tarde se traducirá en la imposibilidad del gobierno de mejorar el nivel de vida de la población. Rechazar las opciones que los expertos recomiendan: no ampliar la capacidad de refinación de hidrocarburos y permitir mayor inversión privada, tendría efectos innegables en su proyecto de nación.
Descansar en el milagro de las remesas la obligación del gobierno de atender las necesidades de importantes núcleos de población, para destinar mayores recursos al rescate de Petróleos Mexicanos, es una posición comodina. Ahora resulta que los compatriotas en el extranjero suplen la función tutelar que debería cumplir el Estado, lo que ponen en duda los principios de un gobierno que no se cansa de decir: primero los pobres.
El abandono público en el que se encuentran 10 millones de mexicanos, beneficiarios de las remesas, sin embargo, no alcanza a compensar las pérdidas de Pemex en el presente año, cercanas al billón de pesos y equivalentes al 25 por ciento del presupuesto de 2020, ya que los envíos monetarios rondarán los 800 mil millones de pesos.
El negro panorama de Pemex, a pesar del optimismo presidencial, lo acaba de esbozar la calificadora HR Ratings, en su más reciente informe sobre la petrolera, en el cual resalta que los resultados de la paraestatal al tercer trimestre muestran un fuerte incremento en su déficit financiero y aportación negativa al Estado mexicano, tanto de la caída en sus precios de venta como de la disminución en sus volúmenes de venta.
Precisó que en el caso de las pérdidas financieras de enero a septiembre de este año alcanzaron los 216.9 mil millones de pesos, cifra sin precedentes. Además, indicó que la empresa también tiene una menor participación en el mercado nacional.
Tanto la calificadora como representantes de los bancos que operan en México y que financian a Pemex coinciden en esta difícil situación se debe en gran medida ver con la visión estrecha de la administración lopezobradoriana de poner el énfasis en la refinación de hidrocarburos, proceso en el cual México está lejos de los estándares internacionales.
Los banqueros mexicanos con los que Pemex tiene contratada deuda, si bien se sienten tranquilos porque el gobierno respalda dichos compromisos, les inquieta la situación financiera de la empresa, por lo que consideran necesario que el gobierno haga cambios en su modelo de negocio para reducir el deterioro de la petrolera estatal.
Es obvio que el presidente López Obrador no traicionará su objetivo de intentar devolver a Petróleos Mexicanos su papel protagónico en la economía nacional, basado en un esquema que dejó de aplicarse años atrás. Y en esa apuesta, buen número de mexicanos pasaremos a ser daños colaterales.
Que la refinería de Dos Bocas, se ubique en la localidad de Paraíso, confirma que para López Obrador sin Pemex no hay cuarta transformación.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
En lo que pareció un desmentido a sus abogados, la ex secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles, tuiteó que “se han hecho declaraciones que no han sido acordadas conmigo. He instruido a mis abogados atenerse al procedimiento judicial. Lo que sí debo decir es que hablaré con la verdad”.