Un presidente para todos, sin distingos, conocedor de las necesidades de la población y de las actividades productivas; realmente interesado en sumar voluntades, en salvar la preciosa democracia y sensible. Sin aspavientos, sereno, que dice no a la guerra entre conservadores y liberales, que sólo divide y anula esfuerzos.
No busca venganza, ni lo anima el resentimiento por quien le antecedió en el cargo. Entiende que su misión es restañar heridas, que lo más importante en momentos en que la pandemia y la marcha economía del país son valladares que sólo pueden ser salvados si -y solo si- se hace dentro del camino de la unidad, “porque sin ella solo hay amargura e ira”.
“El desacuerdo no debe llevarnos a la separación…podemos lograrlo si tenemos un poco de tolerancia y libertad”, como postuló el nuevo presidente de Estados Unidos, Joe Biden, al protestar el cargo lleva implícito el reconocimiento a la pluralidad ideológica y política como elemento consustancial a la vida democrática de toda sociedad.
También representa el compromiso del mandatario 46 de nuestro vecino del norte por dar oportunidad a todos aquellos interesados en enriquecer y fortalecer la democracia, en vez de seguir caminos que pretendan minarla.
El mensaje de toma de posesión de Joe Biden es una lección de valores humanistas, de tolerancia, de decencia y de ánimo constructivo, que sólo los verdaderos estadistas están dispuestos a seguir como jefes de Estado. En su caso, el proceso de reconstrucción y recuperación de esos principios es fundamental.
El reingreso de Estados Unidos al Acuerdo de París, la no separación de la Organización Mundial de la Salud, frenar la construcción del muro en la frontera con México y mantener el programa DACA para migrantes, muestran a un mandatario norteamericano que otorga un lugar privilegiado al propósito de alcanzar una mejor convivencia internacional.
Dice un refrán popular muy mexicano que en la forma de agarrar el taco se conoce al que es tragón. Y por sus primeras medidas, el presidente estadounidense da muestras de ser un hombre de bien, con clase, sin falsos protagonismos y dispuesto a alcanzar consensos, para fortalecer y engrandecer a su país y a sus pobladores.
Tranquiliza, en verdad, escuchar un mensaje mesurado como el de Biden, sobre todo cuando se contrasta con los pregones del López Obrador, donde afloran prejuicios, traumas, fobias, por las varias derrotas sufridas con antelación, desde sus épocas juveniles.
Parece verdad de Perogrullo, pero sin pleito, las mañaneras pierden su razón de ser, porque su supuesto carácter informativo está plagado de datos falsos o de verdades no demostrables -para decirlo con suavidad. Sin amargura y furia, el cuatroteísmo no existe.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Una de las resoluciones emitidas hoy por el INAI, indica que la FGR debe dar a conocer los nombres y los delitos de que se acusa a expresidentes y al mandatario actual, para valorar tanto el desempeño de los funcionarios que ocuparon y ocupa el más alto rango, así como la actuación de la Fiscalía sobre hechos pasados, garantizando con ello el derecho a la justicia, la reparación de daño a víctimas y el derecho a la verdad.