Inquietantes e inconsecuentes en extremo, por decir lo menos, las expresiones y actitudes asumidas por el presidente Andrés Manuel López Obrador en el sentido de que cada quien debe asumir las consecuencias de sus actos frente al coronavirus que, contrario a su apreciación, en las semanas recientes ha cobrado fuerza en contagios y muertes.
No usar el cubrebocas tan temido por él y no quedarse encerrado tendría que ir acompañado, para ser congruente, con la desaparición del semáforo epidemiológico y la activación de todas las actividades económicas, educativas y sociales.
El primer mandatario debe aceptar que con sus acciones pone el ejemplo para que millones de mexicanos dejen atrás el “quédate en casa”, pues no pueden permanecer encerrados, tienen que trabajar, sin importar los impactos económicos y sanitarios que pudiera tener.
Contradicción en sí misma porque, en la práctica, el gobierno cuatroteísta está prohibiendo la movilidad social y el funcionamiento de negocios y empresas, con graves repercusiones en materia de empleos, ingresos, bienestar que quiere remediar con entrega de pequeñas dádivas a un número ínfimo de personas.
Con ello, queda perfectamente demostrado lo errático, mal organizado y falto de empatía del gobierno lopezobradoriano, en torno a los efectos del virus SARS-Cov2, al que el presidente y el vocero de la pandemia, Hugo López Gatell han menospreciado decenas de veces, pero que ya ha contagiado a dos millones de mexicanos y cobrado la vida de más de 168 mil compatriotas.
Desdén que se manifiesta en su percepción de que la estrategia seguida por su administración ha sido exitosa. Sin embargo, casi siempre que los López -Obrador y Gattel- aseguran que ya se ve la luz al final del túnel, las cifras de infectados y decesos se incrementan.
Pero no es sólo son los pronósticos en donde se refleja la inconsecuencia gubernamental se hace presente. La falta de preparación para entender el mercado de las vacunas y los medicamentos, han provocado una escasez mayúscula y que su futura entrega vaya a ser a cuentagotas.
En mes y medio, los vacunados no llegan a 800 mil; ritmo que crecerá muy poco, si se toma en consideración que Pfizer, a la que se le comprarían más de 77 millones de dosis, entregara un promedio de 500 mil biológicos por semana; y las otras vacunas de AstraZeneca y Sputnik V aún está en veremos fechas y cantidades de su llegada a México.
Lo realizado hasta el momento aumenta el pesimismo social sobre la verdadera capacidad de sus gobernantes para garantizar la salud de su población, por lo que difícilmente puede hablarse de “misión cumplida”, salvo que se esté pensando en el desastre en el que nos encontramos.
Esperemos que López Obrador asuma las consecuencias de sus fallidas acciones y no se refugie en su trillada excusa de culpar al pasado.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
En realidad, las elecciones de junio venidero representan la disputa entre dos visiones conservadoras. Una que busca recuperar el pasado inmediato, representada por la oposición; y la otra, el oficialismo, que pretende restaurar el antepasado de hace 50 años. Ninguna de ellas mira hacia el futuro.