Cada 8 de marzo, el mundo recuerda y conmemora a las mujeres que, con su esfuerzo, su trabajo diario, su sacrificio y, desgraciadamente y en muchas ocasiones, hasta con su vida, a lo largo de la historia, han ido ideando, planeando, participando y construyendo la resistencia y el activismo a favor del respeto pleno a nuestros derechos, que hoy, con mucho orgullo y total compromiso, defendemos.
Desde muy joven he estado convencida que nos corresponde a nosotras, a la generación de chavas que hemos participado y seguimos participando activamente en la vida pública, el seguir impulsando y lograr el cambio que la lucha de tantas y tantas mujeres buscó conseguir a lo largo de la historia de México y del mundo entero.
Nosotras sabemos que no es nada fácil; que aún nos enfrentamos a las estructuras montadas por el conservadurismo, por el machismo y por la terquedad de quienes vieron siempre únicamente por sus intereses. Esos a los que siempre les valió nuestra existencia y nunca se preocuparon por lograr que la igualdad de género en todos los ámbitos de la vida social, la garantía del goce pleno de nuestros derechos y la erradicación de la violencia contra las mujeres, fueran una realidad.
Y es exactamente ahí en donde cobra más valor lo que hemos logrado a la fecha las mujeres, de la mano de miles de activistas y simpatizantes de la transformación que estamos construyendo: que aún con todo en contra, hemos ido ganando espacios, agarrando al toro por los cuernos, enfrentado los retos y superando los obstáculos para poder incidir en las políticas públicas de forma efectiva; para reducir cada vez más la desigualdad que nos buscó ponernos (y lo logró durante muchísimo tiempo) en un “rango menor” y presas de una mayor vulnerabilidad con respecto a los hombres.
Es esta pues, nuestra generación, la que está destinada a dar el paso más importante en ese proceso de cambio para el que sentaron las bases y al que, seguramente, estuvieron esperando y, sobre todo, por el que lucharon nuestras madres y abuelas. A nosotras nos correspondió tomar esa estafeta y empezar a entregar resultados que van a disfrutar, sin duda, nuestras hijas y las generaciones que vengan después de ellas.
Hoy, no hay mejor forma de conmemorar esta fecha que reiterando nuestro compromiso total con esa lucha histórica, ejecutando acciones en consecuencia, fomentando estrategias de apoyo, proponiendo leyes que reconstruyan el marco jurídico para hacerlo más equitativo y, sobre todo, aplicando siempre los principios que nos han guiado a lo largo de nuestra trayectoria política y de nuestra vida pública y privada.
Lo hacemos por ellas, por nuestras madres, por nuestras hijas, por nuestras maestras, por nuestras compañeras, amigas y por todas las que han vivido y vivirán eternamente en la memoria de quienes luchamos hoy y lucharán mañana para tirar el patriarcado y terminar para siempre con el machismo.
No se va a caer, ¡lo vamos a tirar!