El indulto o el arrastre -la aparición en la boleta- de “el toro” carece de importancia cuando lo que está en juego es la viabilidad de un sistema electoral que, con sus imperfecciones, posibilita tener la representación de la voluntad popular en forma civilizada y con apego a la Constitución.
Más que valiente, envalentonado y de casta más corriente que bravía, el burel guerrerense hizo muchos reparos al sentir el primer par de banderillas, con las segundas empezó a bufar, a echar espuma por el hocico y se brincó la cerca, tratando de evitar que le colocaran el tercer par sin saber, aunque lo sospechara, que en el último tercio -el del paso del capote a la capa y la espada- implicaría su arrastre o el indulto.
Cabe recordar que antes de pisar el ruedo, Félix Salgado Macedonio, el toro, había solicitado le concedieran tres tientas -solicitudes de licencia-, en el lapso de un año; la primera, en mayo de 2020, la segunda en septiembre del año anterior y la tercera, en mayo del 2021, para ponerse en forma.
En las tres ocasiones, manifestó que buscaría obtener la candidatura de Morena; es decir, se dedicaría a hacer precampaña para alcanzar dicha nominación, aun cuando ni siquiera había iniciado el proceso electoral, mostrando desde entonces una actitud ventajista.
Las dos experiencias previas, donde apareció en el cartel de las corridas estelares de Guerrero en 1993, cuando perdió la elección con Rubén Figueroa Alcocer y en 1999, cuando sucumbió frente a René Juárez Cisneros.
Durante dos décadas, hubo de conformarse con realizar correrías por los pastizales de la oposición y de la 4T, con no muy gratos recuerdos para quienes tuvieron la desfortuna de tenerlo cerca.
Al igual que su mentor y compadre, Salgado Macedonio esta convencido de que la tercera es la vencida, por lo que ante la posibilidad de no aparecer en el cartel Guerrero de este año, ha perdido los estribos y embiste contra todo lo que se le ponga enfrente, inclusive con amenazas hacia los consejeros del Instituto Nacional Electoral.
Como nunca antes -López Obrador, dixit- los mexicanos somos testigos del elevado grado de degradación de la política que el cuatroteísmo ha promovido y auspiciado. Salgado Macedonio funge como el estandarte de esta ofensiva oficialista hacia el sistema político del país.
Se puede concluir que, por su comportamiento, Félix Salgado está tan lejos de Lucio Cabañas y tan cerca de Fernández Noroña.
En estos casi dos años y medio hemos sido testigos de la proclividad del primer mandatario de envolvernos en su rancia narrativa bolivariana y, al mismo tiempo, observar la infinidad de intentonas por darle la vuelta a las leyes, para imponer su voluntad.
El constante asedio presidencial hacia el INE, a través de la descalificación, es secundado y amplificado por sus huestes morenistas. Félix Salgado, es claro ejemplo del lenguaje soez, primitivo que domina el panorama electoral del presente año, con el fin de debilitar a la autoridad y poder cuestionar los resultados de los comicios, si es que les son adversos.
Todo hace prever que la estocada final será hasta la empuñadura, por lo que el llamado toro quedaría listo para el arrastre.
He dicho.
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