Sin recato, los altos funcionarios de la Comisión Federal de Electricidad, encabezados por su director, Manuel Bartlett Díaz, exhibieron, de manera impúdica, los verdaderos alcances de la reforma constitucional promovida por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador que, en los hechos, implicaría la extinción de la inversión privada en este campo.
Durante su explicación a medios de comunicación, Bartlett Díaz, quiere anticipar que a la presente administración “no se le caerá el sistema eléctrico” y tampoco se callará para tratar de sacar adelante las nuevas reglas, aun cuando pueda generarse un cortocircuito.
Estamos frente una posición de fuerza del oficialismo. El amplio rechazo a la iniciativa presidencial, parece haber irritado la piel sensible del responsable de la CFE, que decidió elevar la apuesta, en el supuesto de ser necesaria una negociación.
El tono retador y soberbio característico de Bartlett Díaz una vez más salió a relucir y prácticamente adelantó la instrucción de ejecutivo federal para que a la iniciativa de reforma no se le modifique un sola coma, con lo cual mostró el desconocimiento o desprecio a la actual conformación del Congreso de la Unión.
Tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado de la República, Morena y sus aliados carecen de los votos suficientes para alcanzar la mayoría calificada necesaria para un cambio a la Carta Magna, por lo cual, a querer o no, tendrá que con-vencer a las fuerzas políticas opositoras.
De facto, la postura extrema asumida por el sector más radical del cuatroteísmo estaría operando en contra de la aprobación de la reforma en el Legislativo, pues unificó a todas las voces que mantenían reservas sobre el contenido y viabilidad de un cambio de esta envergadura.
La cancelación de contratos existentes, la no indemnización por esa acción y la obligatoriedad de vender a la CFE a los precios que la empresa estatal fije, sin tener en consideración costos de producción, por más que se establezca un periodo de transición, podría calificarse de ser una “expropiación blanda”.
No en balde, el presidente de la Junta de Coordinación Política y líder de Morena en el Senado, Ricardo Monreal, señaló en redes sociales que “las personas servidoras públicas de la CFE y otras instituciones están obligadas a mantener recato y prudencia, esperando que el Constituyente Permanente decida sobre las modificaciones constitucionales que le han sido planteadas”.
Si Bartlett y compañía dejaron de lado estos principios, quiere decir que, en su alocución frente a los medios actuaron con descaro, deshonestidad, desplante, desvergüenza, frivolidad, indecencia, indignidad, impudor, insolencia, entre otros antónimos, en su papel de voceros gubernamentales.
Poco faltó para que Monreal Ávila solicitara que le pusieran un bozal al director de la CFE, que con su postura hizo volar por los aires las intenciones de los líderes en ambas cámaras, para entrarle al análisis de la reforma eléctrica y, de ser posible, aprobarla con el mayor consenso posible.
La explicación descarnada, dejando de lado la palabrería lopezobradoriana para justificar una acción expropiatoria, no cayó muy bien entre inversionistas nacionales y extranjeros, por lo cual puede anticiparse, en caso de aprobarse en los términos expuestos por los funcionarios de la CFE, larguísimos litigios dentro y fuera de nuestras fronteras.
En menor escala la resolución del conflicto por los gasoductos, que se ha querido vender como un triunfo, en realidad en el largo plazo resultará más caro el caldo que las albóndigas, es un escenario factible.
El fantasma de un “fobaproa energético”, al sumar las deudas e indemnizaciones que habrán de pagarse tanto en materia petrolera como eléctrica, ronda los salones de Palacio Nacional.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Andrés Manuel López Obrador anunció la construcción de un segundo piso de 11 kilómetros en Tijuana, que conectará el aeropuerto con el cañón del Matadero, una obra que será financiada con recursos de un fideicomiso aduanero. Saber quién realizará la obra y evitar la secrecía de su costo, como ocurrió en la Ciudad de México, es fundamental.
@Edumermo