Aunque parezca totalmente incongruente, el gobierno humanista y su transformación pacifista cada día requieren más del respaldo y presencia de las fuerzas armadas. La incompetencia gubernamental en distintos rubros la suple con la actividad de la milicia.
Sin conflicto bélico de por medio, pero con decenas de miles de muertos y desaparecidos en los tres últimos años, la administración lopezobradoriana recurre al incremento de los elementos de fuerza que, sin embargo, se han contagiado de la ineficiencia del sector público y en poco han contribuido a otorgar seguridad a la población.
A poco más de dos años de la creación de la Guardia Nacional, que a la fecha cuenta con alrededor de 100 mil integrantes, cinco veces más que el personal operativo de la extinta Policía Federal, el índice de homicidios dolosos apenas muestra una leve disminución.
En contraste con esta reducción en los fallecidos por hechos de violencia, hay un aumento significativo en los feminicidios. Indicativo claro de la falta de una visión global y de género que, aunado al elevado grado de impunidad, 95 por ciento, indica que México es un país inseguro para sus habitantes.
Esta incapacidad para garantizar la seguridad a los mexicanos, una de las principales obligaciones del Estado, se ha ido expandiendo a otras esferas, y para subsanar la falta de pericia oficial en cumplir sus tareas, se las asigna a las fuerzas armadas, en especial al ejército.
Poco importa saltarse las trancas legales, lo importante es acostumbrar a la población a vivir y convivir con las fuerzas del orden. Así vemos, por conveniencia o incapacidad, a autoridades municipales y estatales no sólo pedir, sino exigir la presencia militar.
Para justificar esta convivencia milicia-ciudadanía, en aras de volverla permanente y no temporal, se le asignan tareas extra constitucionales. Más aún, se está creando un “holding” verde olivo, que le permitiría a las fuerzas armadas alcanzar independencia económica y volverse un poder fáctico vigoroso.
Las experiencias de medianos y fines del siglo 20, en Alemania, Italia, España, así como en varios países de América Latina, en particular en Sudamérica son una clara advertencia de lo que México podría encontrar en el futuro, si los mexicanos no impedimos esta proclividad a la militarización.
No por obvio debe dejar de señalarse que la clase política cuatroteísta muestra beneplácito por esta tendencia. Por el momento, ven estas acciones con simpatía y gusto; más adelante, y de ser necesario, como elemento disuasivo, a fin de garantizar larga vida a su movimiento.
Dice el refrán que el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones. Y por lo que se ve en el trienio del gobierno de López Obrador, todos los caminos públicos se revisten con acciones en favor del pueblo, pero en realidad están siendo empedrados.
De esta manera, no debería extrañarnos que, en fecha próxima, el primer mandatario anuncie con bombos y platillos que las fuerzas armadas crearán una empresa distribuidora de medicamentos, pues el método inicial resultó un fracaso rotundo y los reclamos de que es objeto no lo dejan dormir.
Vivir en el paraíso de Palacio Nacional, envallado y con fuerte presencia militar, así sea de manera temporal, le es insuficiente a López Obrador para conciliar el sueño. ¿Cuánta más milicia necesitan él y la 4T para sentirse seguros y ganadores?
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Organismos empresariales de Estados Unidos, Canadá y México externaron su preocupación por la intención del gobierno mexicano por reducir la competencia del sector privado en la industria energética de México. La Canadian Chamber of Commerce, la US Chamber of Commerce y el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), emitieron su posición a los mandatarios firmantes del T-MEC, que se reúnen mañana en Washington.
@Edumermo