Como si se tratara de un cuento o novela de Gabriel García Márquez, estamos ante la eventualidad de tener un presidente triste y sin nombre qué, por lo demostrado hasta el momento, incumplirá -una vez más- su promesa de llevar medicinas a todos los rincones del país.
En un escenario, por donde rondaban los fantasmas de los cuerpos colgados en puentes zacatecanos, Andrés Manuel López Obrador, una vez más se juega sus nombres de pila para anunciar la capacidad de su gobierno de establecer un sistema de distribución de medicamentos más mejor al de empresas refresqueras y de botanas.
Por lo pronto, ya se olvidó del me canso ganso. Son tantos los incumplimientos y las fatigas del palmípedo que prefiere ahora apostar el Andrés Manuel, antes de que el ganso fallezca, pues su andar cansino y sin gracia es reflejo de un agotamiento mayúsculo.
Como es costumbre en el primer mandatario, siempre y cuando no se trate de sus obras insignia, omitió ponerle fecha para materializar este milagro; eso implicaría casi casi poder contar con un sistema de salud como el de Dinamarca, el cual debió quedar en operación prácticamente hace un año.
Pero lo más conmovedor de su mañanera en Zacatecas fue cuando lamentó y se llenó de tristeza porque organizaciones sociales y privadas “apoyan a las madres de niñas y niños con cáncer”. Compungimiento, al que poco faltó para derramar una lágrima. El rostro y los ademanes, mostraban su alma dolorida por tanta incomprensión.
Como personaje central del teatro en atril en el que ha convertido sus mañaneras, fustigó a los malagradecidos que día con día le recuerdan el criminal desabasto de fármacos e insumos, propiciado por su malas decisiones y una ejecución errática en su almacenamiento y distribución.
Al frente de la “mafia de la ineficiencia”, el primer mandatario lleva casi tres años de promesas incumplidas de abastecimiento oportuno y suficiente de oncológicos y otros fármacos necesarios para salvar vidas.
Como prometer no empobrece, habría que recordarle qué el secretario de Salud, Jorge Alcocer, mencionó para mediados de 2022 cuando se “regularizaría” el abasto, correspondiente al presente año. Además, falta información para saber si ya se concretaron las compras de medicamentos para el año entrante; o cuando menos, si ya se firmaron contratos.
A las muchas las lagunas mentales a conveniencia, el ejecutivo olvidó mencionar que por decisión propia demolió la infraestructura y logística necesarias para llevar a cabo esta tarea. Por eso, ahora López Obrador ya adelantó asignará esta labor a las fuerzas armadas, su principal y casi único socio en la gobernanza del país.
Suman más de dos mil infantes con cáncer fallecidos por falta de medicinas, ellos sí con nombre y apellidos, aunque para las altas esferas sanitarias del país, hayan sido integrantes del grupo de “golpistas” que, desde la óptica presidencial, son azuzados por quienes quieren perjudicar a su gobierno.
Y más que tristeza porque la gente no reconoce sus esfuerzos, el primer mandatario se ha llenado de ira y amargura, sobre todo porque sería “el presidente sin nombre”. Adiós a la fama y gloria.
Y si García Márquez titula una de sus obras “El coronel no tiene quien le escriba”, en el caso de López Obrador su gestión podría intitularse “El presidente no tiene quien lo nombre”.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Las cruces rosas recargadas en la Puerta Mariana de Palacio Nacional, donde habita el inquilino temporal, son un recordatorio de la poca convicción presidencial para reducir o eliminar la violencia contra las mujeres. La neblina morada debe inquietar su sueño y, quizás, solo quizás, darle auténtica tristeza.
@Edumermo