Dado que cada día que pasa Morena pierde adeptos, la única manera que encontraron para evitar una desbandada es el cobro de lo que podríamos llamar “derecho de piso electoral”, en donde amagan y amenazan a la población beneficiaria de los programas sociales de que si gana la oposición se les retirarían.
Este chantaje, nada discreto que llevan a cabo los “servidores del cuatroteísmo” -de la Nación se llaman ellos- y los propios dirigentes morenistas, empezando por su líder nacional, Mario Delgado, en nada se diferencia del crimen organizado, público y privado, para obtener pingües ganancias.
En el caso del partido gobernante, tratan de engañar a la población, al decir que los beneficios y apoyos se perderán si llega al poder un partido diferente al guinda, cuando justamente el presidente sin nombre y sin gracia ha postulado que por eso los elevó a rango constitucional, para que no pudieran cancelarse.
A decir verdad, no debería causar extrañeza, asombro o sorpresa este tipo de actitudes del moreno-cuatroteísmo, que conforme pasa el tiempo confirman ser “inmoralmente superiores”. Recurrir a la engañifa para no perder las prebendas de que gozan en la actualidad, habla de la bajeza en principios y valores y su distanciamiento cada vez más grande de la legalidad.
Eso sin mencionar los miles o, quizá, millones de chanchullos cometidos en estos tres años, con los mencionados programas, donde hay personas que han tenido que registrarse dos o más veces como beneficiarios y después de este tiempo nunca han recibido ningún apoyo, pero como entregaron su documentación, algunos funcionarios vivillos deben estar recibiendo tales recursos.
La absoluta opacidad en el manejo de los programas en sus primeros meses, que si bien ha ido disminuyendo poco a poquito, ha merecido extrañamientos de parte de la Auditoría Superior de la Federación, sin que por ello se corrijan las anomalías detectadas, que son indicativo de una profunda corrupción.
Es decir, primero se enriquecieron con los recursos no entregados, sin tener que rendir cuentas ni transparentar el destino final de los mismos, como es su obligación. Y ahora quieren espantar con el petate del muerto a quienes ya son recipiendarios de los programas sociales.
No por evidente es menos cierto que si el gobierno del mandatario sin gracia hubiese arrojado buenos resultados de su gestión, no necesitaría recurrir al “huachicoleo político y electoral”, como quedó demostrado en su ensayo de la consulta de revocación de mandato, donde se dio gusto cometiendo todo tipo de ilegalidades.
Su campaña de odio hacia sus adversarios, por el simple hecho de hacerlo pasar a la historia como el primer mandatario a la que el Congreso -la Cámara de Diputados- le desechó su iniciativa de reforma eléctrica, es propio de de dictadorzuelos.
Pero su campaña de terror y miedo hacia los beneficiarios de los programas sociales -gracias a los impuestos que pagamos todos los contribuyentes, registrados y no, es una actitud mafiosa, impropia de quien se llama humanista y presume “primero los pobres”.
Creer que aplicar el derecho de piso electoral, vía el chantaje y el engaño, le va a devolver los 15 de millones de votos perdidos en poco más de tres años parte de una premisa falsa; en realidad se puede convertir en la palada de tierra que entierre para siempre al cuatroteísmo.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
El vocero de la Presidencia de la República, Jesús Ramírez Cuevas, condenó el asesinato del periodista Luis Enrique Ramírez; sostuvo que no habrá impunidad y que el gobierno federal trabaja con el de Sinaloa para esclarecer el caso. Afirmó que se reforzarán las medidas de seguridad para periodistas. La cantaleta de siempre.
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