Con un nada subliminal y mucho menos oportunista spot, en donde la principal estrella es el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), busca adjudicarse como logro suyo la entrega de las vacunas contra el coronavirus, cuando en realidad es una responsabilidad del Estado mexicano ofrecer está posibilidad a todos sus ciudadanos.
Más allá de las bondades que pueda tener la consecución de las vacunas contra el Covid-19, el apresuramiento de los morenistas por exaltar este acontecimiento, no deja de ubicarse en lo que el propio presidente Andrés Manuel López Obrador llama “politiquería”, si tomamos en cuenta que el propio gobierno federal, secundado por Morena, habían propuesto a los institutos políticos y al INE donar sus tiempos oficiales en radio y televisión, para emitir mensajes de orientación sobre la pandemia.
En su clásico comportamiento de agandalle, la administración lopezobradoriana decidió establecer un calendario poco claro del proceso de vacunación en todo el país. La escasa transparencia en la distribución de las dosis, hacen notorio y evidente el pro-rrateo político que se hará de la insaculación a los mexicanos.
Que se haya dado preferencia a funcionarios del Seguro Social en lugar de al personal que se enfrenta día con día al coronavirus -y que fue denunciado por los afectados- simboliza lo que es la verdadera 4T. Actitud que terminó por confirmarse durante la reunión que sostuvo el presidente Andrés Manuel López Obrador con la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, y con integrantes del gabinete de salud y de las Secretarías de la Defensa y de Marina para ver la estrategia a seguir en la CDMX, ante el incremento de contagios y decesos en la capital del país
Ciertamente, la Ciudad de México es el principal foco de infección, pero existen otras cuatro entidades federativas que se encuentran también en semáforo rojo: el estado de México, Morelos, Guanajuato y Chihuahua. No haberlos convocado al encuentro donde se definen los pasos a seguir para combatir la pandemia, anticipa cuáles son las inclinaciones presidenciales y que no habrá un trato equitativo.
No en balde, los gobernadores de la Alianza Federalista demandaron transparencia en todo el proceso de vacunación que se llevará a cabo, a fin de evitar que el morenismo en su conjunto -gobierno y partidos aliados- lo hagan de forma sesgada, lo que podría implicar un mayor número de muertes.
Estamos en los prolegómenos del segundo episodio de “La Guerra de las Vacunas: El Pro-rrateo”, en el que no solamente salen a relucir las intenciones del gobierno de López Obrador de favorecer aquellas entidades en las que cree obtendrá mayores rendimientos electorales, sino que el manejo mediático que hace es para ocultar los graves errores de su estrategia sanitaria.
Los shows de la llegada de las vacunas, se dan justamente cuando la catástrofe puede volverse un cataclismo por el creciente aumento de contagios por el covid-19, lo que difícilmente podrá ocultar el naufragio de la política de salud impulsada por el subsecretario de Salud, Hugo López Gatell, y avaladas por el primer mandatario.
La poca atención de la gente a los llamados oficialistas para frenar la pandemia, demuestran el descreimiento de amplios sectores de la población en la capacidad de las autoridades para resolver los problemas derivados del Covid-19. El incremento de cerca de 70 por ciento en el número de decesos en la capital del país en semanas recientes, es un claro indicador del descrédito en qué ha caído la 4T en su principal bastión.
Por ejemplo, las 125 mil dosis que iba a recibir México en una primera entrega quedó en la irrisoria cantidad de 3 mil; las 53 mil vacunas de la segunda entrega, se quedó en 42 mil. Y esto tiene que ver con la incapacidad e impreparación del sector salud -que terminó de derruir el actual gobierno en menos de dos años- para el manejo de las vacunas, que requieren condiciones especiales de refrigeración de las que México carece.
Desde meses atrás se conocía la necesidad de contar con instalaciones apropiadas para la conservación del antiviral y no se actuó en consecuencia. Por tanto no debe extrañar que el plan original de entregas de los laboratorios contratados no se vaya a cumplir como estaba previsto y, por tanto, que la vacunación se alargue en el tiempo, con su consecuente impacto en el número de mexicanos fallecidos.
Ante lo evidente de la incapacidad pública, López Obrador hubo de aceptar que a quienes tienen recursos para comprar las vacunas, lo hagan, cuando anteriormente se habían negado. Así, el pro-rrateo de los antivirales reluce su interés político-electoral antes que la salud de los mexicanos.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Dice el primer mandatario que en enero se aplicarán millones de vacunas. Suponiendo, sin conceder que se insacule a 2 millones de mexicanos, ello implicaría que cada día se apliquen cerca de 67 mil vacunas. Esperemos que lo cumpla.