La Secretaría de Cultura informa que, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y el Museo y la Zona Arqueológica del Templo Mayor, ya se trabaja en la atención de las afectaciones provocadas en este sitio patrimonial por la caída de la techumbre del edificio conocido como la Casa de las Águilas.
De forma inmediata al evento, causado por la lluvia que el miércoles 28 de abril se produjo en la Ciudad de México, y que cargó grandes cantidades de granizo sobre dicha techumbre, personal especializado acudió a realizar evaluaciones preliminares sobre las afectaciones, siguiendo los protocolos aplicables tanto en materia de protección civil como de medidas sanitarias.
La mañana de hoy, jueves 29, especialistas del INAH adscritos a las coordinaciones nacionales de Obras, de Recursos Materiales, de Conservación del Patrimonio Cultural y de Museos y Exposiciones, en conjunto con el equipo del Museo del Templo Mayor (MTM) y de la compañía aseguradora, acudieron a realizar los primeros peritajes en el sitio.
Producto de esta revisión, se determinó que no hay afectaciones de consideración que comprometan la pintura mural y los frisos prehispánicos de este edificio de estilo neotolteca.
Autoridades del MTM señalaron que, de hecho, la techumbre, diseñada por el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, absorbió correctamente el peso del granizo y adoptó la forma de un fuelle, lo que le permitió, pese a su colapso, seguir actuando como elemento de protección.
Si bien la techumbre hizo contacto con un segmento del piso estucado del edificio, este elemento es totalmente recuperable, de acuerdo con las evaluaciones técnicas.
Se anunció que, en colaboración con la Secretaría de Cultura, además de la colocación de una techumbre provisional que, de manera expedita, se instalará para proteger la Casa de las Águilas en esta temporada de lluvias, se diseñará una nueva techumbre a fin de renovar esta y las otras tres cubiertas con las cuales cuenta la zona arqueológica.
El departamento de Restauración del MTM subrayó que fue gracias al constante mantenimiento de la techumbre, que esta pudo cumplir con su función pese a la inédita carga del granizo.