El trabajo de las mujeres privadas de la libertad es mucho más que una actividad, ya que les representa una oportunidad, pues muchas de ellas ingresan generalmente con un nivel académico limitado y pocas oportunidades laborales, resaltó la jueza Belem Bolaños Martínez.
Expuso que participar en programas de capacitación en los centros de reclusión, les proporciona herramientas, fortalece su disciplina y su sentido de responsabilidad.
Además, aprenden a trabajar en equipo, a alcanzar metas y a mantenerse en paz, reduciendo el estrés, la ansiedad y la depresión, afirmó la defensora de los derechos humanos.
Bolaños Martínez destacó que, por ejemplo, en el Centro Femenil de Santa Martha Acatitla, en la Ciudad de México, existe una panadería, una tortillería, misceláneas y muchos otros proyectos que les permiten ganar un ingreso.
Así, dijo, mientras se preparan para su proyecto de reinserción a la sociedad, adquirir los productos que ellas elaboran no solo les apoya económicamente, sino dignifica su esfuerzo.
El trabajo sin duda alguna es inclusión, es dignidad y un paso hacia la libertad, subrayó la también académica.