Vivimos en la Ciudad de México; también vivimos la ciudad de México. Somos, antes que otra cosa, habitantes de la Ciudad. Sabemos, como quien nos lee, de la movilidad diariamente colapsada, la devastación de áreas verdes, los espacios públicos abandonados, la brutal producción de toneladas de basura por día, la inseguridad y tantos otros temas que nos afectan, que nos preocupan.
Con el reconocimiento del derecho de acceso a la información pública y la creación de normas, instituciones y procedimientos para mirar adentro de la administración pública, pudimos observar más de cerca esos temas, desde la ciudadanía hacia el aparato gubernamental: ¿Qué hacen? ¿Cómo lo hacen? ¿Cuánto gastan?
Pudimos observar, por ejemplo, que en los gobiernos delegaciones el acceso a la información no es tan sencillo. El solicitante se enfrenta a procesos viciados que propician la opacidad, los actos de corrupción y el mediano funcionamiento; ésas son prácticas que exigimos cambien por gobiernos transparentes, que rindan cuentas a los vecinos y que escuchen el interés general.
En esta exigencia el papel de la evaluación en el ejercicio gubernamental no sólo es una obligación que las instituciones deben adoptar generando acciones, proyectos y cultura organizacional, sino sobre todo una herramienta de control y de transparencia: un termómetro que nos ofrezca una fotografía institucional sobre cómo funciona una institución; qué tareas están siendo realizadas y cuál es su impacto; cuáles elementos son necesarios ajustar; qué se necesita para alcanzar metas y objetivos, y cómo todo eso se traduce en la calidad de vida de las personas.
Cuando decimos evaluación no nos referimos a una «etapa», acción aislada o antojo de algunos. La evaluación nos habla del desempeño de nuestros gobiernos, de nuestras delegaciones. Evaluar es rendir a la sociedad una explicación de por qué aumentó la inversión en luminarias y si eso impactó la percepción de inseguridad, o por qué no se modificó la situación de las madres solteras después de años de operación de un programa social dirigido a ellas. En ese sentido, la evaluación incentiva los ejercicios de transparencia y rendición de cuentas: habla de planeación, participación y resultados.
Por ello, la evaluación ciudadana es un elemento imprescindible en la construcción de gobiernos democráticos y eficaces, pues propicia un diálogo entre los vecinos y la delegación, apunta al desarrollo de una sociedad empoderada y ofrece el punto de vista del funcionamiento gubernamental y social desde la ciudadanía. La evaluación ciudadana es una herramienta para que las y los ciudadanos incentiven ese diálogo con su delegación.
Invitamos a hablar sobre el funcionamiento de nuestros gobiernos locales, nuestra Constitución y la participación ciudadana. La Semana de la Evaluación México 2016 será ese espacio de diálogo y difusión para reflexionar sobre cómo vamos con las estrategias de evaluación gubernamental, cuál es el alcance de estos ejercicios y si han servido como insumos para generar políticas públicas más acertadas.
Te invitamos a conocer ejercicios exitosos de vigilancia ciudadana, herramientas para la rendición de cuentas y más.
Participa en nuestro foro este miércoles 25 de mayo en la Sala de la Sociedad Astronómica de México, ubicada en Parque Felipe Xicotencatl (Álamos) Cádiz, entre Isabel la Católica y Castillas, colonia Álamos.
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