En su nueva modalidad de vocero de Alejandro Gertz Manero, el canciller Marcelo Ebrard, aseguró que la Fiscalía General de la República (FGR) será la encargada de llevar a cabo la investigación del caso del general Salvador Cienfuegos, la cual se realizará “a la altura del prestigio de México”, ya que hay certeza y confianza de que en México se realizará la investigación “con los más altos estándares de efectividad y de honestidad”.
Según el titular de Relaciones Exteriores en Estados Unidos se confía y se respalda a la FGR y al poder judicial de México, y recordó que nuestro país tiene como “prioridad defender su dignidad, así como la de sus instituciones y sus Fuerzas Armadas”.
Si se toman de manera textual las expresiones de Ebrard Casaubon, prácticamente México es el paraíso de la justicia. Sin embargo, en los últimos lustros, con base en cifras oficiales, queda sin castigo el 95 por ciento de los delitos, es decir, el grado de impunidad existente es alarmante.
En el edén justiciero del que habla el titular de la SRE, los delincuentes de todo tipo no gozan ni se mofan de lo laxo que es el aparato de justicia en nuestro país; más bien tiemblan porque el apego irrestricto al debido proceso es norma estricta, los jueces no se corrompen y nunca de los nunca se hacen filtraciones para entretener al público y crear culpables mediáticos. ¿Este es el prestigio que se cuidará?
Entre los más sobresalientes que se han presentado en la administración lopezobradoriana, se encuentran los casos de Emilio Lozoya Austin y Rosario Robles, cuyo trato diferenciado perfila con nitidez la actuación de la justicia mexicana, si los imputados colaboran o no.
También se puede traer a colación los casos de los ex gobernadores de Chihuahua y de Veracruz, César y Javier Duarte; o uno de los favoritos del actual gobierno, el del ex secretario de Seguridad, Genaro García Luna, en donde ha quedado claro que es más fuerte la costumbre del escándalo que el amor por la justicia.
Y ni qué decir de lo que sucede con Alonso Ancira, dueño de Altos Hornos de México (AHMSA) -preso en España-, a quien el propio presidente Andrés Manuel López Obrador dijo le ofrecería disculpas -y quedaría exonerado- sólo si regresa los 200 millones de dólares que se pagó de sobreprecio por la planta chatarra de Agro Nitrogenados en el sexenio pasado.
Pero en el caso del general Cienfuegos, su propio rango le otorga otra dimensión al asunto, por las implicaciones que tendría en las relaciones México-Estados Unidos, como entre el gobierno de López Obrador y las fuerzas armadas, por lo que cualquier paso en falso sería suicida, como bien dice el canciller mexicano.
No en balde el senador Ricardo Monreal -para no andar con rodeos, ni dar paso a especulaciones o más aún para atajar teorías conspirativas- concedió que pudo haberse generado malestar en las fuerzas armadas por la detención del general Cienfuegos, más que en la tropa, en la élite, ya que “es conocido además el espíritu de cuerpo de la institución armada que se vuelve notorio cuando los ejes de su institucionalidad se ven trastocados”.
Y en Estados Unidos, la percepción es que “había otros intereses que se tomaron en cuenta. Algunas veces las exteriores de los Estados Unidos, la amplia seguridad nacional y las relaciones de las autoridades pesan más que los intereses de un fiscal en particular”, como lo expresó Seth Ducharme, fiscal interino del este de Nueva York.
En muchos círculos, se especula sobre el futuro del general Cienfuegos y cómo actuará la FGR, que hasta el momento no ha abierto la boca para nada. Lo cierto es que casi todos coinciden en que las cosas tendrán un giro en las relaciones del ejecutivo federal con las fuerzas armadas, así como en sus tratos con las autoridades estadounidenses.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Un artículo de la revista Forbes hace una severa crítica de Andrés Manuel López Obrador, al señalar que es “un demagogo incompetente que se preocupa más por elaborar manipulantes discursos huecos y sin sentido, consolidando el más sucio y corrupto poder político que involucrarse por diseñar e implementar políticas que puedan abordar de manera significativa y subsanar los problemas a largo plazo para su país y sus como él les denomina a sus ‘mascotas’”.