Ciertamente la pandemia del Covid-19 sacó a la luz gran parte de las calamidades que se fueron incubando durante una larga temporada. La principal: la llegada de un gobierno calamitoso que no sólo no ha arreglado los desastres anteriores, sino que los ha agudizado, a partir de su miope idea que hay que destruir todo, más por no saber gobernar que por corrupción.
Pero eso sí, sin aceptar que sus estrategias han sido fallidas y en algunos casos calamitosas, plantea a los gobernante del G-20 que sigan sus recetas, que tienen a México en el cuarto lugar mundial de decesos por coronavirus y entre los principales con mayor letalidad. Y con esa “fuerza moral” les recomienda no aplicar medidas severas para evitar los contagios.
Esperemos no le hagan caso, pues por lo que se ve, de poco sirvió que durante casi dos décadas, López Obrador convirtiera el rechazo a todo lo existente antes de él en su camino a la fama y a la Presidencia.
Presume de ser el único político que ha recorrido todos los municipios del país, que le ha dado mil y un vueltas al territorio nacional y que nadie como él, nadie, conoce tan bien a sus habitantes. Y sin embargo todo ese conocimiento, de poco le ha servido para evitar las calamidades del pasado y las que ha traído consigo su supuesta gran transformación.
Mantiene inalterados los principios del modelo neoliberal, llevándolos al extremo de tener una administración pública en pobreza franciscana. Y por otro, para compensar, fingir que no ve la corrupción que anima a los cuatroteistas y que se presenta en todos los niveles. Además de los casos llamativos que se han hecho públicos, simplemente hay que acudir a cualquier municipio gobernado por Morena para percatarse que cuotas y cuates siempre tienen las puertas abiertas para agilizar trámites y negocios.
Y ni que decir de sus programas sociales, en donde se manejan millonarios recursos, mayores a los de los fideicomisos desaparecidos, sin que se sepa a ciencia cierta si realmente benefician a quienes realmente lo necesitan o en el camino van goteando a los bolsillos de morenistas distinguidos y no. Es una versión ramplona de la “estafa maestra”, con miras a 2021 y 2024.
Otra manera para llenar el “cochinito” es cancelar obras y proyectos donde no estén inmersos empresarios que vendieron su alma a la 4T que, lo hicieron para tener negocios por realizar y, de paso, evitar ser SATinizados y SATanizados por omisiones fiscales, han decidido dejar de lado antiguos compromisos.
Sobre todo, porque se han dado cuenta que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha preferido destinar cada vez más recursos a sus obras insignia, en lugar de evitar el aumento de mexicanos que se han incorporado a la pobreza, en todas sus modalidades, desde la laboral, la alimentaria y la extrema -como lo han documentado instituciones financieras y académicas de México y el mundo. Eso pone descubierto el verdadero significado que para el primer mandatario tiene el lema de su gobierno: “primero los pobres”.
Estas son apenas muestras de las muchas calamidades que ha traído consigo la cacareada transformación lopezobradoriana, que insiste en que los mexicanos paguemos el rescate de Pemex y la CFE -el Fobaproa energético- por su rechazo a la participación privada y por estar a favor de utilizar productos contaminantes en la generación de energía, que son más caros, pero son de gente afín.
Por encima de estas y otras disonancias cognitivas , resulta inexplicable el interés, compromiso, deuda o cuota que viene asumiendo López Obrador con las fuerzas armadas para que cada vez jueguen un papel más relevante en la economía.
La milicia mexicana ya es responsable de la seguridad nacional, la seguridad interior y la seguridad pública, afirmó el secretario de la Defensa Nacional, Luis Crescencio Sandoval, el pasado 20 de noviembre.
Pero nos sólo eso; de acuerdo con lo que les mandate o no su comandante supremo, parte de las tareas del Ejército – ha reiterado en varias ocasiones el titular de Sedena- está “hacer acciones cívicas y obras sociales que tiendan al progreso del país”. Es decir, las fuerzas armadas pueden participar en cualquier ámbito, ya sea, económico, social y hasta político.
La calamidad mayor de la 4T sería que ante su evidente incapacidad para solventar las dificultades, opte por una alternativa estatista-militarizada que, por su misma naturaleza, conlleva el ejercicio vertical y poco democrático del poder.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
La CDMX tardó ocho meses en hacer pruebas rápidas para reducir contagios de coronavirus y este domingo se registraron en todo el país más de 9100 infectados de Covid-19. Las autoridades de salud dicen que la pandemia está controlada y AMLO que el sistema de salud no ha sido rebasado.