Estamos a menos de un mes de iniciar el invierno, época donde la temperatura en la Ciudad de México desciende considerablemente y las condiciones climáticas son de alta insolación, todo en conjunto genera el escenario ideal para un fenómeno conocido como inversión térmica.
La atmósfera es la capa gaseosa que cubre nuestro planeta y alcanza hasta 500 km de altura, sin embargo, los fenómenos meteorológicos que nos afectan ocurren en la tropósfera, que se encuentra a un máximo de 12 mil metros de altitud encima de la corteza terrestre, de manera normal, los rayos solares que chocan con la corteza la calientan y se transmite esta energía a la tropósfera, esto provoca que los gases se separen y se eleven al tener una menor densidad, desplazando las capas de gas frío, conforme se van alejando de la superficie pierden temperatura y ganan densidad para que al día siguiente se repita el ciclo.
En invierno la superficie terrestre se enfría rápidamente durante la noche, transmitiendo esa temperatura a la atmósfera más próxima al suelo, esta temperatura es inferior a la de la capa de encima por lo que la diferencia de densidades impide la mezcla y que estos gases suban de manera natural, la inversión térmica se disipa cuando los rayos del sol calientan lo suficiente la corteza y la capa baja de la atmósfera que permiten nuevamente la mezcla y el ascenso de los gases, y se distingue por que se observa una nata gris y densa sobre la superficie conocida como smog.
A pesar de ser un fenómeno natural implica serios problemas para ciudades como la nuestra, en primera instancia debemos recordar que la ciudad se encuentra rodeada por montañas y cerros por lo que se produce un efecto de cacerola, en la que las corrientes de vientos no se generan tan fácilmente en invierno, en segundo lugar las horas en las que se disipa la inversión ocurre entre las 9 y 11 de la mañana, mientras que de 7 a 9 se da la hora pico de tráfico, por lo que se concentran los gases contaminantes e incrementa.
Los efectos inmediatos de la inversión térmica es que la contaminación queda atrapada sin posibilidad de dispersarse en la atmósfera, generando efectos nocivos a la salud humana, principalmente problemas respiratorios y cardiovasculares, en especial en los grupos de riesgo que incluye niños, adultos mayores y enfermos; los niveles de dióxido de nitrógeno, dióxido de azufre y partículas de 10 y 2.5 micrómetros se incrementan durante los episodios de inversión térmica aumentando de manera sustancial las visitas a hospitales de menores de 15 y mayores de 60 años.
En la Ciudad de México es el Sistema de Monitoreo Atmosférico quien informa de los fenómenos de inversión térmica y junto con el Índice Metropolitano de la Calidad del Aire nos indica el nivel de contaminación y la concentración de cada contaminante para tomar las medidas correspondientes; se debe evitar la actividad al aire libre, no fumar, ahorrar energía, disminuir el uso de aerosoles, separar los residuos y hacer una disposición adecuada de los residuos orgánicos evitando liberar de forma inadecuada metano a la atmósfera, mientras que el reciclado y reuso disminuye el uso de energéticos, moderar el uso de aire acondicionado y evitar la quema de basura, llantas y fuegos artificiales. ¡Todos podemos aportar algo para mejorar las condiciones de vida en nuestra ciudad!