En sus años de vida independiente, México no había tenido un Presidente nacido en suelo tabasqueño. Ni electo, ni impuesto. La euforia que causó el triunfo de López Obrador, en las elecciones del año 2018, fue casi tan grande como la esperanza de progreso y cambio que tuvieron en aquel momento, los habitantes de ese pequeño estado. El oriundo de Tepetitlan, municipio de Macuspana, llegó finalmente al poder en su tercer intento, convirtiéndose en el primer tabasqueño en ocupar la silla presidencial, hecho con el que sus paisanos dieron por sentado un mayor apoyo presupuestal proveniente de la federación. Pero la realidad nos indica que aquellas ideas eran una equivocación.
Tabasco se ha convertido, inexplicablemente, en una de las entidades más golpeadas por la federación, no sólo por los recortes presupuestarios a que se ha visto sujeto, sino también por el desdén con que fueron tratados sus habitantes tras las catastróficas inundaciones provocadas por las depresiones tropical ETA y el frente frío número 11.
En el primer caso, necesitamos remitirnos al proyecto de presupuesto de egresos de la federación 2021, que contempla un recorte de más de 2 mil millones de pesos a las aportaciones destinadas al estado natal del presidente de México, por concepto de aportaciones, participaciones y subsidios, que representan casi el 90% del total de los ingresos estatales. En términos porcentuales, Tabasco será el estado más castigado con recortes del presupuesto federal con un -5.1%. Le sigue en la lista Baja California Sur, donde se prevé un recorte de a penas 2.2% del presupuesto, con respecto a 2020.
En el segundo caso, la población de las zonas inundadas por las históricas lluvias que anegaron el territorio de Tabasco durante el último tramo del 2020, se han encontrado con un abandono inaudito por parte del presidente de México. López Obrador, no sólo trató de minimizar, desde un principio los estragos que sufrieron miles de damnificados en su estado natal, sino que hasta la fecha, mantiene un discurso que ignora la magnitud de la catástrofe: casi un millón de afectados por las inundaciones, más de 1,300 comunidades completa o parcialmente bajo el agua y casi 100,000 viviendas dañadas, según los últimos reportes del gobierno estatal.
Sin embargo, hasta el momento no se ha realizado censo, valoración o siquiera estimado oficial de los daños. El Presidente visitó el estado a regañadientes y prácticamente se trató de una visita de entrada por salida, que no refleja el orgullo que siempre ha mencionado por su tierra natal. Hay que agregar también el problema de la pérdida de cosechas y ganado de la que depende en gran medida la población, situación que podría generar una crisis humanitaria de dimensiones catastróficas.
Con los albergues a reventar, la crisis de salud derivada de la pandemia por el coronavirus y las limitaciones operativas con que se encontrarán órganos de Gobierno como Protección Civil, ante la desaparición del Fondo de Desastres Naturales y los recortes al presupuesto estatal, sólo nos queda hacer una pregunta al presidente de México: ¿por qué ese castigo hacia su natal Tabasco?