Luego de las precuelas: “La fuerza moral y no de contagio”, “La pandemia está domada” y “El color del semáforo es intrascendente”, los mexicanos estamos en vísperas de ver el Episodio I de “La Guerra de las Vacunas: La politiquería”, que podría convertirse en batalla electoral, de acuerdo con los avances que ha dado a conocer la “4T Productions”.
Lo cierto es que el escenario en el que se plantea la lucha por obtener el antivirus es caótico, al menos en la Ciudad de México y zona metropolitana, que se han convertido en los principales focos de infección del país, aunque en otras regiones se viven similares circunstancias.
Se han vuelto cotidianas las imágenes de gente sin guardar sana distancia, realizando sus compras decembrinas; las redes sociales se nutren de solicitudes de auxilio, de remedios que supuestamente aseguran inmunidad; los hospitales públicos y privados se encuentran al límite de sus capacidades para atender a enfermos de Covid-19; el ulular de ambulancias se ha vuelto una constante a todas horas.
En pláticas y mensajes proliferan historias de familiares de personas contagiadas; narraciones que por su crudeza hacen temer lo peor, sobre todo porque las medidas adoptadas por las autoridades federales, estatales y locales resultan insuficientes para contrarrestar la segunda ola de contagios la cual, debemos decir, ocurre en casi todo el planeta.
A ese sombrío panorama, que ni la cercanía de las festividades decembrinas pueden levantar los ánimos, se suman los aún inciertos resultados de quienes están siendo vacunados en otros países. Además, la millonaria demanda de dosis que se requieren a nivel mundial y en México, es indicativo de que aún quedan meses difíciles.
Hasta el momento, el comportamiento de los políticos mexicanos impide ver quiénes están a punto de irse al lado oscuro, pues todos por igual están cayendo en la soberbia. Así, se han formado tres grandes bloques de autoridades que luchan denodadamente por tener a su disposición las vacunas y aplicarlas a la población que los eligió.
Mutuamente se lanzan acusaciones de querer sacar raja política de esta circunstancia. Desde la llegada de la pandemia, la desconfianza entre los distintos niveles de gobierno se ha convertido en norma y los señalamientos sobre el uso transparente y sin sesgo de los recursos para atenderla son el pan de cada día.
La inclinación casi dogmática del presidente Andrés Manuel López Obrador por el centralismo, se ha hecho más evidente en los días recientes, y quiere que sea el gobierno federal el responsable absoluto del proceso de vacunación.
Por su parte, la Alianza Federalista de gobernadores se opone a ello, pues la experiencia de cómo se hizo el manejo para evitar los contagios, en específico el semáforo epidemiológico, no les inspira confianza, por lo que pretendían, en un inicio, hacer ellos las adquisiciones de los antivirus.
Las primeras 250 mil dosis serán sumamente disputadas; por su escaso volumen apenas si alcanzarán para el personal de salud. Esperemos que el calendario de vacunación ofrecido por las autoridades no vaya a sufrir “daltonismo ideológico” en busca de votos. Ya se verá quiénes se van al lado oscuro, por facciosos y ruines.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
En redes sociales, se dieron a conocer los nexos y cargos conexos de los parientes de Pablo Gómez y su ex esposa Elvira Concheiro, nueva tesorera de la Federación, que comprueban el reparto de posiciones al más puro estilo de las familias sicilianas, como una de las características de la 4T.