Conforme se acercan las elecciones de mitad de camino, el nerviosismo y la intranquilidad empiezan a hacer mella en el estado de ánimo del presidente López Obrador, por lo que busca afanosamente con quien enredarse en diferendos para poder hacer propaganda en favor de su causa y la de su partido. En estos días, la censura es su caballito de batalla, tanto por lo que le aconteció a su homólogo de Estados Unidos, Donald Trump, como por la determinación del Instituto Nacional Electoral de hacer cumplir la Constitución y las leyes electorales.
Una de las similitudes entre ambos mandatarios es su inclinación a andar cucando al tigre de la insubordinación o insurrección. Previo a las elecciones de 2018, el entonces candidato López Obrador azuzaba a sus huestes, previniéndolas contra un posible fraude; acción muy similar a la que acaba de realizar Donald Trump.
A lo anterior debe sumarse el hecho de que luego de cierto tiempo, el agua bendita dejó de tener el efecto benevolente de las redes sociales ante una administración errática. Hoy se han vuelto ingratas a los ojos de quienes quieren y aman al guía espiritual del cuatroteísmo, porque muestran las incongruencias e inconsistencias del López Obrador como opositor y el hoy gobernante.
Como lo más seguro es que a los dueños de las redes sociales más populares internacionalmente, tanto en México como a nivel mundial, les tenga sin cuidado las preocupaciones existenciales de López Obrador, el titular del ejecutivo de México -en otro más de sus sueños guajiros- ya está pensando crear una red social nacional. El objetivo, dice, es evitar que haya censura contra los ciudadanos. Uno más de sus sofismas, pues la prácticamente totalidad de los usuarios, incluido el mismo, gozan de la libertad suficiente para exponer gustos e ideas, sin mayor restricción que la violación a los derechos fundamentales de las personas. Tan es una más de sus ocurrencias que al dar a conocer su propuesta se enredó sobre cuáles serían los alcances y los responsables de realizar este proyecto.
Mencionó al Conacyt, a la Consejería Jurídica de la Presidencia y a las secretarías de Gobernación, Relaciones Exteriores y de Comunicaciones y Transportes. Si Conacyt no pudo con unos ventiladores, es muy remoto que pueda crear una plataforma como la que se pretende. Los pobre resultados arrojados por estas dependencias en dos años de gobierno, constituyen un valladar difícil de sortear para hacer realidad un proyecto de esta magnitud.
El mayor reto sería, sin embargo, el acceso a esa red social nacional; en caso de que prosperará el “chat particular y muy privado”, que pretende materializar el primer mandatario, seguramente aplicaría el derecho de admisión, únicamente para sus fieles discípulos.
Es tal la megalomanía lopezobradoriana que ante los rendimientos decrecientes que tienen las mañaneras, que lo han orillado a presentar caricaturas para entretener al respetable, como una más de sus enredaderas para distraer la atención de las decenas miles de muertos durante su mandato. El verdadero interés de López Obrador, por encima de sus obligaciones como primer mandatario, es la de contar con un canal propio para dar salida a su auténtica vocación: convertirse en influencer o youtuber de su doctrina. He dicho.
EFECTO DOMINÓ Parece que Ricardo Monreal, coordinador de Morena en el Senado, o no ha visto la propaganda de su partido o finge demencia, por lo que habla de la existencia de grupos o personas que buscarán politizar la campaña de vacunación contra covid-19 emprendida por el gobierno federal, con el fin de incidir en los resultados electorales del 6 de junio próximo.