El caso del general Salvador Cienfuegos, puede ser la chispa que incendie las relaciones entre México y Estados Unidos, a causa de los exabruptos poco diplomáticos del ejecutivo mexicano que, en uno de sus arranques, decidió que se diera a conocer el contenido de la investigación contra el ex secretario de la Defensa Nacional, dejando de lado la secrecía a que se había comprometido.
Además, el respaldo presidencial a la exoneración que hizo la Fiscalía General de la República de Cienfuegos Zepeda y acusar a la Administración de Control de Drogas, la DEA (por sus siglas en inglés), de haber fabricado la acusación contra el general, generaron una profunda decepción entre las autoridades norteamericanas, en particular con el Departamento de Justicia.
La difusión de un documento oficial elaborado por las autoridades de los EEUU y la declaración lopezobradoriana descalificando la investigación de la DEA, cuando antes, a priori, había inculpado a Salvador Cienfuegos como producto del neoliberalismo, sólo revelan el grado de inestabilidad del primer mandatario en el momento de declarar y tomar decisiones.
Dentro de la decepcionante postura del gobierno mexicano en este caso, inquieta el comportamiento del secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, que no habría advertido al primer mandatario de las implicaciones de sus decisiones y sus palabras, salvo que la lealtad ciega lo obnubile de sus obligaciones.
De otra manera, es poco entendible el desmedido interés por estar yendo al aeropuerto a recibir las vacunas anti Covid-19, en lugar de atender los asuntos de su encargo, como los reclamos de legisladores estadounidenses por la exclusión de empresas de esa nación en el ámbito energético, lo que puede traducirse en futuras complicaciones en los mecanismos de colaboración entre ambos países,
Descuidar las relaciones con Estados Unidos es sumamente riesgoso, ya que el cambio de administración, sin duda, implicará el replanteamiento de los términos convenidos con Donald Trump y las exigencias de cumplir a cabalidad con el T-MEC, si quiere aprovechar sus ventajas.
Si el presidente Andrés Manuel López Obrador quiere jugar a las vencidas con el gobierno estadunidense, como si se tratara de la oposición en México, estará cometiendo un grave error y, a la larga, los mexicanos tendremos que pagar por esos absurdos impulsos.
Impulsividad que, sin embargo, no se traduce en mejoramiento de las condiciones de vida de los mexicanos, que observamos cómo otros países auxilian a personas y empresas para hacer frente a la pandemia, mientras aquí se limita u obstruye con una visión politico-electoral.
Esas decepcionantes actitudes, tanto domésticas como hacía el exterior, están propiciando desasosiego e intranquilidad entre los mexicanos; la volubilidad que orienta las acciones adoptadas por López Obrador, en vez de solucionar problemas los agrava.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
De nueva cuenta el hermano incómodo se vuelve noticia. Carlos Loret de Mola dio a conocer que Pío López Obrador tiene en Tabasco, para su explotación, un bosque de 34 hectáreas con árboles de caoba y teca. Está en un área natural privilegiada, con cascadas y pozas cristalinas. Debe ser beneficiario del programa “Sembrando vida”.