Por si sí o por si no, varios integrantes del gabinete del presidente Andrés Manuel López Obrador han decidido resguardarse ante la ola de contagios que ya alcanzó a varios de ellos, entre los que se encuentra el primer mandatario, así como por las dificultades que está enfrentando para un abasto regular, oportuno y suficiente para cumplir con su plan de vacunación.
Los secretarios de Economía y de Relaciones Exteriores, Tatiana Clouthier y Marcelo Ebrard, anunciaron que han decidido aislarse por el contacto cercano que tuvieron en días recientes con el jefe del ejecutivo; de igual manera el vocero de la pandemia, Hugo López Gatell, tomó la misma medida, lo que les impedirá rendir cuentas de sus últimas actividades.
Esperemos que la condición física de López Obrador sea un factor que ayude al pronto restablecimiento de su salud, para evitar sobresaltos en la vida del país.
Lo cierto es que las actuales circunstancias obligarán a muchos funcionarios públicos a ajustarse a una nueva normalidad en su quehacer cotidiano y dejar atrás los gestos de autosuficiencia y soberbia con la que varios de ellos se manejaban hacia quienes diferían de sus puntos de vista y se negaban a aceptar la realidad.
Para muchos, el cerco que el Covid-19 ha impuesto a las altas esferas gubernamentales les parece una extraña conjunción. Pero como bien dicen: en política no existen las coincidencias o casualidades, por lo que es muy factible que esta etapa de enclaustramiento les caerá como anillo al dedo a varios funcionarios de primer nivel, les servirá para tratar de armonizar dichos con hechos que, en días recientes, avanzan por derroteros distintos.
La urgencia médica y política de evitar apariciones públicas, es la excusa perfecta por la inminente oleada de críticas que se avecina, ante las cada día más notorias y notables fallas en el plan de vacunación contra el coronavirus, por lo que ni siquiera los anuncios de nuevos abastecedores y mayores cantidades de antivirales generan confianza.
A punto de cumplirse un mes desde que la primera persona fue inoculada, la falta de instalaciones apropiadas, la insuficiencia de vacunas y los agandalles de funcionarios, servidores y políticos -la mayoría de ellos morenistas- han hecho que el proceso de inmunización sea paquidérmico, por lo que difícilmente se cubrirán los 15 millones de personas a fines de marzo.
Poco más de 640 mil mexicanos han sido vacunados hasta la fecha, lo que representa que cada 24 horas 25 mil 600 han recibido la dosis respectiva. De seguirse con ese promedio, únicamente se habría vacunado a poco más de una décima parte de la meta prometida.
Es evidente que debería rebautizarse a las brigadas correcaminos, porque al paso que van están muy lejos de hacer honor a su apelativo, aparte de que han sido señalados por cumplir labores más electorales que de prevención de la salud.
Imposibilitados para incidir en las condiciones nacionales e internacionales que condicionan llevar a cabo el plan original de combate al coronavirus, la mejor solución que ha encontrado el gobierno cuatroteísta ha sido resguardarse en la comodidad de sus hogares u oficinas, antes que dar explicaciones.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
El embajador de México ante las Naciones Unidas, Juan Ramón de la Fuente, urgió al Consejo de Seguridad de la ONU a “impulsar acuerdos para que las vacunas contra el Covid-19 sean accesibles para todos, sin excepción”.
Esta declaración indicaría que algunas farmacéuticas no cumplirán a cabalidad lo convenido con nuestro país.