Por más que las dependencias de gobierno que, al parecer sí existen y trabajan, han iniciado un bombardeo de comunicados de prensa como estrategia para suplir la no presencia del presidente López Obrador en las mañaneras, es obvio que les falta el timing del primer mandatario, que decidió resguardarse en Palacio Nacional para no transmitir su contagio de Covid-19.
Y hablamos del oportunismo y sensibilidad del jefe del ejecutivo, porque su ausencia en las conferencias de todos los días, paradójicamente coincide con la inexistencia de vacunas, oxígeno, pruebas, camas hospitalarias, medicamentos para las familias de quienes tienen el coronavirus como él.
También se empalma no sólo con la guerra de las vacunas que, sin duda, dificultarán el abastecimiento regular hacia nuestro país, sino también con la reconversión del crimen organizado y de vivales que aprovechan las penurias de la gente para hacer pingues negocios con los insumos médicos de primera necesidad para atender la pandemia.
Y compatibiliza igualmente con la tendencia de un mayor número de contagios y decesos, que en las recientes semanas muestran un dinamismo que espanta, aunque para el vocero de la pandemia, Hugo López Gatell, lo importante es que el presidente López Obrador este de “buen humor” u “optimista” en palabras de la titular de Gobernación, Olga Sánchez Cordero.
Y por supuesto, esta ausencia presidencial de las mañaneras se presenta justo cuando el Instituto Nacional de Geografía y Estadística informa que, a agosto del año pasado, habían fallecido en poco más de seis meses 108 mil 658 personas por Covid-19, cifra que representa un 68.7 por ciento más de muertos de los que en ese momento reportaba la Secretaría de Salud.
De acuerdo con el Inegi, los datos recabados en certificados y actas de defunción y cuadernos estadísticos mostraban que el registro oficial no había considerado más de 44 mil casos para esas fechas.
En otras palabras, hay un “exceso de mortalidad” en el país, atribuible en buena medida al coronavirus, lo que colocó a este padecimiento como la segunda causa de defunciones en México, apenas superadas por las enfermedades del corazón. Y las entidades que registraron un mayor número de muertes por causas de salud fueron el estado de México, la Ciudad de México, Veracruz y Jalisco.
Si esto pasaba en momentos en que el número de infectados y decesos no alcanzaba las dimensiones que existen en estos momentos, es dable esperar que el número de decesos sea el doble de lo que se informa de manera oficial. Es decir, que a la fecha los decesos por Covid-19 deben rondar los 300 mil.
Mientras que en otros lugares del mundo se cuestiona la eficiencia de la vacuna Sputnik V, así como los efectos secundarios que trae consigo su aplicación, en nuestro país -ante el desabasto de otros antivirales-, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) tuvo una “opinión favorable” para el biológico ruso.
Las calles de la capital del país retratan con exactitud lo que muchos mexicanos sentimos en los días que corren: abandono, saturación, impotencia frente a un virus que ha trastocado nuestros estilos de vida. Se puede decir que el Covid-19 representa la auténtica transformación de México.
Y mientras el cuatroteísmo se siente desprotegido por la no presencia presidencial y clama: sin ti; un gran número de compatriotas exclama: sin nada, ante la ausencia de acciones gubernamentales eficaces ante la pandemia y no tienen el buen humor ni el optimismo de López Obrador.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
El diputado de Morena por Oaxaca, Daniel Gutiérrez pidió que cuando lleguen las vacunas contra el Covid-19, en febrero, los legisladores deberían ser considerados, en especial los que harán campañas para buscar la reelección y puedan realizar trabajo territorial.
De que los hay, los hay, diría el clásico.