Seguramente, en los últimos días, han escuchado cosas tan absurdas como que “¡AMLO y Morena no quieren que nos vacunemos!”, o que “¡nos están quitando vacunas para dárselas a otros países!” y que “el gobierno ni compró vacunas, ¡las que mandaron son para probarlas en nosotros!”
Estas y otras mentiras, se han vuelto el mantra que repiten todo el tiempo los representantes del viejo régimen, quienes siguen tratando de hacernos creer que ellos podrían enfrentar mejor la pandemia que, desgraciadamente, afecta a todo el mundo desde el año pasado, cuando la verdad es que, en los tiempos en los que tuvieron el poder de hacer las cosas bien, cambiaban la medicina para los niños con cáncer, ¡por agua!
Por eso, y para evitar que esas falsedades malinformen al pueblo, es preciso que se siga comunicando a la gente sobre cómo va avanzando realmente el programa de vacunación federal, que hoy representa la esperanza de las y los mexicanos de que vamos a salir pronto de esta terrible situación, porque, que no nos quepa duda, las vacunas adquiridas por México, siguen y seguirán llegando mientras los laboratorios puedan abastecerlas y serán aplicadas de acuerdo a lo anunciado. Por ejemplo, después de la llamada entre el presidente López Obrador y el presidente Vladimir Putin, se ha acordado la compra de 24 millones de dosis de vacunas para los próximos dos meses.
El programa de vacunación, que inició la aplicación de las primeras dosis el pasado 24 de diciembre, en poco más de un mes, ha permitido la aplicación de más de 600 mil vacunas al personal médico y de las instituciones de salud de todo el país, verdaderos héroes que arriesgan todos los días la vida, al combatir directamente a la enfermedad y acompañar a las personas que están hospitalizadas. Ellas y ellos merecen ser los primeros en estar protegidos contra el contagio y hoy están en proceso de recibirla.
Después, conforme se reciban las dosis de los otros laboratorios con los que se ha convenido la compra de vacunas, se aplicarán a las personas más vulnerables, a nuestros adultos mayores y a la gente con otras complicaciones de salud que, está demostrado, corren más peligro si llegaran a contagiarse. Una vez cumplida esta obligación ética, la vacunación seguirá para todos los demás, para nosotras y nosotros, quienes, de entrada, debemos seguir guardando las medidas de sanidad y prevención.
Y es que está fácil de entender, aunque algunos no lo quieran hacer o se hagan como que no entienden: Tan se ha privilegiado la vacunación al personal de salud, que contra lo que decían los mentirosos de siempre sobre que el presidente López Obrador ya había sido vacunado, ha dado positivo al Covid 19 y ya se recupera con los cuidados recomendados por los protocolos médicos.
Por lo pronto, hay que tomar el ejemplo de Campeche, uno de los “estados de la esperanza”, en donde el uso estricto del cubre bocas y de las medidas de protección, permitieron que hoy se mantenga el semáforo verde mientras las y los pobladores se siguen cuidando, seguros de que la vacuna ya está aquí y pronto la recibirán.
Por cierto, contrario a la mentira que repiten quienes destilan rencor y mala leche sobre que el programa se suspendió “porque preferimos regalarle vacunas a otros paises antes que al nuestro”, hay que dejarles claro que lo que hizo el Gobierno Federal fue atender al llamado de la ONU para permitir que los laboratorios surtan antes a este organismo internacional, de vacunas que llegarán a países que la tienen mucho más difícil que nosotros y que sería casi imposible que las compraran.
Eso es un acto de cooperación internacional, de colaboración, de humanidad, de solidaridad y de respeto entre las naciones y entre las personas, algo que ellos, los mentirosos de siempre, no conocen y, por eso, se les hace tan inconcebible.
A ellos les decimos, sin mentiras, que no se preocupen, que pronto también serán vacunadas y vacunados… con la medicina verdadera y no con pura agua.