“Yo no sé, mañana” si habrá vacunas contra el Covid-19; tampoco si pasado mañana o la próxima semana. El caso es que con el gobierno cuatroteísta nadie, ni pobres ni ricos tienen certeza de nada en ningún terreno, puesto que todo está sujeto a los caprichos u ocurrencias del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Que el pasado miércoles únicamente se hubiera vacunado a 220 personas pinta de cuerpo entero a la presente administración. Cifra que muestra el elevado grado de improvisación existente en la actualidad, por lo cual nadie puede sentirse seguro de no ser contagiado o de fallecer antes de llegar su turno de recibir la o las dosis necesarias para combatir el coronavirus.
Pero hace un año aproximadamente, López Obrador aseguró que su administración tenía todos los recursos humanos, materiales y financieros para combatir el coronavirus, al que consideró de menor letalidad que la influenza; conforme han ido en aumento el número de muertos, ahora ya se refiere al Covid-19 como una “terrible pandemia”, pues a puesto en entredicho su “exitosa” estrategia, que ni es una ni la otra.
Lo cierto es que el desdén y negligencia asumidas por la presente administración, son la nueva peste que contagió la vida económica y social de los mexicanos, generando un deterioro profundo en las condiciones de vida de millones de mexicanos. Sin importar cuál fuese su condición social, muchísimos han visto como se ha ido al despeñadero.
Por más optimista que se muestra el titular del ejecutivo federal, para importantes grupos sociales la incertidumbre crece para conservar el empleo, o mantener la posibilidad de continuar estudios, o estar a salvo de un asalto o fraude. Algo similar acontece a micro, pequeños, medianos y grandes empresarios que, abandonados a su suerte, ven diluirse día con día las posibilidades de sobrevivir.
Los indicadores del Inegi y del Coneval sobre el deterioro económico y social poco importan a la administración lopezobradoriana, más interesada en ver de qué manera puede seguir siendo mayoría en la Cámara de Diputados, en lugar de ser garante de los derechos fundamentales de los mexicanos en materia de seguridad y salud.
De la gestión encabezada por López Obrador, dos años han sido suficientes para demostrarnos las serias limitaciones de quien pretende pasar a la historia, tratando de recuperar el paraíso perdido del echeverrismo.
La falta de empatía y el desdén hacia el pueblo bueno y sabio, así como hacia los 60 millones de mexicanos que no le otorgaron su voto en 2018, quedó de manifiesto al señalar López Obrador que son las fuerzas armadas los pilares que sostienen a su gobierno. Más claro, ni el agua.
Como canta, Luis Enrique: “Todo lo que ves es lo que soy / No me pidas más de lo que doy”. Y eso es justamente lo que tenemos: un gobierno sin calidad y desdeñoso para con sus mandantes.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
A nadie extrañe que los retrasos en vacunación y juicios a ex funcionarios del pasado reciente, se activen a partir de marzo, ante la proximidad del inicio de las campañas para las elecciones de junio. Simple cálculo político-electoral.