En un principio fueron apoyos oficiales para estudiar, después “aportaciones” para su carrera política y, ahora, el presidente Andrés Manuel López Obrador “pide frías” prácticamente a todo mundo, en especial a aquellos a los que critica con mayor vehemencia, porque él y su equipo por sí solos no pueden ni saben ser gobierno.
Vivir y gobernar de prestado, debería ser el lema de los cuatroteístas. Recaudadores de dádivas es la especialidad de la casa, como ha quedado demostrado con los “aportes voluntarios” de burócratas, empresarios y sociedad en general para infinidad de proyectos que nunca terminan por materializarse y que sí, en cambio constituyen exacciones de los ingresos de la gente, sea pobre o rica.
Cientos de historias, muchas de ellas hechas públicas, dejan constancia de la proclividad del obradorismo a desempeñarse a base del “subsidio social”; dinero del que fiel a otra de sus arraigadas costumbres nunca entrega cuentas.
Los supuestos 1.3 billones de pesos ahorrados en sus primeros dos años de gestión, equivalentes a casi una quinta parte del presupuesto estimado para 2021, no se ha traducido en una disminución de la pobreza. Al contrario, datos del Inegi y del Coneval muestran un incremento de millones de mexicanos en esa condición.
Pero eso sí, muy orondo el primer mandatario anuncia que absorberá, tan solo en este año, parte de la deuda de Petróleos Mexicanos, por más de 6 mil millones de dólares; monto que representa apenas una sexta parte de las pérdidas registradas por dicha empresa en 2020, y que habremos de pagar con nuestras contribuciones, sin que por ello se resuelva de fondo la severa crisis financiera de Pemex.
De todo lo recaudado, fuera del ámbito fiscal, como la rifa no rifa del avión presidencial y las cuotas de trabajadores y funcionarios públicos de todos los órdenes y niveles, para apoyar el combate a la pandemia del coronavirus, se desconoce su monto y destino.
Y el sector salud cada vez enfrenta mayores complicaciones para garantizar este derecho de los mexicanos; la falta de insumos y medicamentos ha sido la constante, situación que afecta mayormente a las clases populares, aun cuando López Obrador aseguró que a fines del año pasado tendríamos un sistema equiparable al de los países nórdicos.
Ante las cada vez mayores dificultades para ser un buen gobernante, sin pudor alguno el presidente López Obrador acudió y nuevamente lo hace a limosnear ayuda al gobierno de Estados Unidos.
Con su partner, Donald Trump, le pidió hace casi un año que cubriera su cuota a la baja de miles de barriles de petróleo que le exigieron los países productores del hidrocarburo, cuando los precios del llamado oro negro valían nada, comprometiéndose a reponérselos más adelante. A la fecha no se ha informado si ya pagó ese préstamo y qué costo tuvo para nuestro país.
Ahora, ante su exitosa gestión para la compra de vacunas antiCovid -que Marcelo Ebrard calificó de “misión cumplida”-, el mandatario mexicano tuvo que recurrir a su método preferido: pedir prestado a su homólogo norteamericano, un buen número de biológicos para avanzar con su plan de vacunación “correcaminos”, con el cual ha roto todos los récords previos del neoliberalismo en este terreno.
A cambio, se comprometió a reactivar a la “mexican border patrol”, que apenas si tuvo dos meses de vacaciones, después de año y medio de ardua labor para complacer al exmandatario estadounidense de frenar el flujo migratorio proveniente de Centroamérica.
Del total de vacunas que han llegado a México, las autoridades no han precisado cuántas de ellas son efectivamente compradas, pues existe la sospecha de que el irregular abasto de las mismas es debido a que son muestras o donaciones, aunque López Obrador dice que 140 millones de antivirales nos costaron 40 mil millones de pesos, un precio unitario de 285.71 pesos.
Según ha informado el secretario de Hacienda, existen contratos para adquirir un gran total mínimo de 232 millones de dosis. Es decir, para adquirir esa cifra de vacunas, México deberá desembolsar más de 66 mil millones de pesos, más del doble de los 32 mil que calculó el gobierno.
Cómo puede verse, tenemos un gobierno cuyas decisiones erráticas le impiden dar rumbo cierto a los mexicanos y cerrar la brecha de la desigualdad existente. Lo único que medio hace bien es pedir frías a los demás.
He dicho.