Ahora resulta que el principal fajador de este país está atado de manos para que cualquiera de sus adversarios lo golpee, que casi a placer lo agarren de “punching bag” sin existir motivo para ello. Él, que todas las mañanas se dedica a soltar mandobles a diestra y siniestra, se queja por el creciente golpeteo que le llega a la cara y al cuerpo.
Por lo visto en sus últimos combates, anda fuera de condición física pues muchos de sus golpes se van al aire o se estrellan en la guardia de sus contrincantes, aun cuando algunos jueces los den por buenos.
A la defensiva, con el paso del tiempo salen a relucir las limitaciones en su técnica. Cada día se le dificulta más esquivar los jabs, provenientes de un sistema de salud deplorable, sin medicamentos, insumos, equipos e instalaciones apropiados.
Los upers que le encajan por proteger en exceso las zonas blandas de Petróleos Mexicanos y la Comisión Federal de Electricidad, cuyas pérdidas acumuladas terminarán por arrancarle el protector bucal, mientras que a los espectadores -el pueblo bueno y sabio- nos dejará más endeudados, ahora con un “Fobaproa energético”.
Los volados y rectos le entran con facilidad al rostro, en donde ya empiezan a aparecer las huellas del fragor de las batallas por insistir en mantener baja la guardia y limitar o entorpecer la participación del sector privado en diversas ramas productivas; le han perdido la confianza, debido al constante cambio de las reglas del juego.
Pero quizá lo que más daño le causa son los ganchos al hígado del feminismo; por más intentos que hace para salir del refugio de las cuerdas y las vallas, las piernas ya no le dan. Mucho menos cuando le repiten la dosis los elevados índices de violencia y homicidios de género que se presentan en el país.
Engolosinado con los títulos que ostenta -aeropuerto de Santa Lucía, Tren Maya y refinería Dos Bocas-, ha descuidado su preparación y al no prestar la debida atención a los efectos de la pandemia del coronavirus, muestra poco interés que el año pasado un millón de negocios cerraran sus puertas y cinco millones de estudiantes abandonaran la escuela, a causa del Covid-19.
Reacio a aceptar los consejos de sus managers, hace caso omiso de que cada vez le cuesta más trabajo obtener una victoria. Aunque siga enviando golpes sin ton ni son, para muchos espectadores sus excesos verbales y jurídicos le empiezan a pasar factura.
Frente a esta realidad inocultable, López Obrador sabe que la única manera de mantenerse vigente en las preferencias del respetable es pactar con sus adversarios, para que ya no lo usen como punching bag.
Marrullero, como él mismo se define, a través del acuerdo en favor de la democracia con los gobernadores, pretende amarrarle las manos a los demás y él ser el único que pueda utilizar las mañas y triquiñuelas aprendidas en el establo tricolor.
Sin embargo, el desencanto que priva entre un buen número de los seguidores de López Obrador se comienza a traducir en que ven la posibilidad de un descalabro el próximo 6 de junio. Obvio, no ven que pierda por KO, pero sí por la vía de una decisión dividida.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
El Primer Tribunal Colegiado de Circuito en Materia Administrativa, Especializado en Competencia Económica, Radiodifusión y Telecomunicaciones, declaró “sin materia” los recursos de queja que interpuso el gobierno federal contra las suspensiones provisionales concedidas a empresas que impugnaron mediante juicio de amparo las reformas a la Ley de la Industria Eléctrica.