Es un auténtico peligro para México la intentona del presidente Andrés Manuel López Obrador de prolongar el mandato del presidente Arturo Zaldívar al frente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, quien, fiel a su vergonzante sumisión, guarda un silencio cómplice.
Pero no sólo él, el resto de los ministros hacen lo propio, no se han pronunciado al respecto; su autoimpuesto bozal delata el grado de temor al presidente más poderoso, pero también más visceral, de la historia reciente del país.
Y no vale lo que digan en su defensa ellos o el Consejo de la Judicatura Federal de que asumirán una postura, luego de que la Cámara de Diputados resuelva sobre el tema, porque ya para entonces nada se podrá hacer: la reelección de facto, con la consecuente y descomunal violación constitucional, habrá cobrado efecto.
Y ese es precisamente el peligro para México que se soslaya con acciones u omisiones de parte de los actores políticos; esa tentativa de reelección de Zaldívar abre todas las posibilidades para que el presidente López Obrador pueda eventualmente reelegirse, a través de una camuflajeada prolongación de su mandato, el cual podría ir hasta los cinco años, antes de considerarse una reelección, en la lógica morenista.
No vale su dicho de que no buscaría reelegirse, y que terminando se irá a La Chingada, su rancho, allá por la zona sur de Chiapas, toda vez que las inconsistencias de sus dichos están a la orden del día en las conferencias mañaneras donde así como dice una cosa, dice otra.
Como sucedió, por ejemplo, con la vacunación, donde en un primer y lejano primer momento dijo que se vacunaría desde un principio para poner el ejemplo; aprovechando la nula memoria popular, luego cambió a siempre no porque el coronavirus “me dotó de anticuerpos”, esto después de reponerse de esta enfermedad; posteriormente a un “hasta que me toque”, luego sí pero al final de las personas de la tercera edad, hasta que por fin hipotéticamente ya se vacunó en Palacio Nacional.
Mas allá de la jocosidad de sus constantes dichos encontrados, y de su estilo personal de gobernar, parafraseando al ideólogo Daniel Cosío Villegas, el tema que nos atañe es de trascendencia mayúscula porque en ello va en juego no sólo la vida democrática del país, sino la convivencia pacífica de los mexicanos, lograda con la sangre derramada por muchos héroes conocidos y anónimos, que empeñaron sus vidas por la transformación del país.
De no poner un freno de mano a esa pretendida perversión, no nos llamemos a sorpresa cuando, llegado el momento, “el pueblo bueno” le pida al presidente, a través de una encuesta, que prolongue su mandato (o sea, se reelija hasta por cinco años), y éste se asuma como siervo de la nación, y como un subordinado al populo, y diga, resignado, “yo haré lo que el pueblo me ordene”. Vaya peligro para México, si esto no se frena.
La única posibilidad para ello es ésta, la de elevar a un grado superlativo las voces en contra, ya que el sometimiento del Legislativo y el Judicial es mayúscula, los tiene postrados, arrodillados, y por ahí no pasará el freno de mano.
Tampoco por la oposición o sus sedicentes líderes, candidatos o voceros; su desarticulación y su ambición por pepenar lo que les caiga en las elecciones, lo que se refleja en los mediocres y faltos de creatividad spots en los que consumen el dinero del presupuesto, los sitúa a merced de un presidente que cada que puede los desprecia y humilla, acaso por su pasado corrupto y corruptor.
Tampoco por organismos supuestamente autónomos, como el INE, cuyos integrantes se hayan extraviados en cavilaciones por no saber qué hacer frente a un presidente amenazante y un pasado de sumisión al gobierno en turno, que los condena.
La CNDH, ni se diga, es tal su nulo paso por esta administración, que un asiduo lector de En Corto preguntó a este columnista ¿Qué si aún existía? Es decir, ni para qué despertar a su siempre aletargada presidenta.
El camino está por el de las voces informadas, valientes, desinteresadas y conocedoras de la historia y el derecho, como las de Federico Arreola, quien se ha manifestado en contra de la prolongación del mandato a seis años de Arturo Zaldívar, de quien dijo debe rechazar esa posibilidad, sopena de convertirse en un vulgar ambicioso, en palabras del propio presidente López Obrador.
O la del consejero de la Judicatura Federal, Bernardo Bátiz, quien también controvierte a su jefe y amigo, el presidente de la República, y quien dice conocerlo muy bien y por ello sabe que no pretendería prolongar su mandato.
Sin embargo, es más su afecto que su objetividad, ya que no se debe olvidar que el compromiso con él era que fuera Ministro de la Corte, pero la voz palaciega como la del Jurídico de Presidencia, Julio Scherer, hicieron que el presidente reculara y mejor lo hiciera consejero, aunque con los mismos privilegios y emolumentos que los de un Ministro.
O la del senador Germán Martínez, quien alerta sobre el peligro que significaría prolongar el periodo de Zaldívar, por el poder que está acumulando, superior al de Diego Fernández, en la Corte, con la conformación de un grupo ad hoc, que le puede redituar importantes dividendos a futuro.
O la voz de John Ackerman, quien ha advirtió antes de que fueran amigos, sobre el cúmulo de intereses de Zaldívar, en el sector privado, lo que evoca los intereses de los banqueros que defendió en su época de litigante.
Y es precisamente a Julio Scherer a quien se atribuye la autoría de la operación de esta pretensión de extender el mandato de Zaldívar, para lo cual usó a un senador del Partido Verde.
Fuentes confiables dijeron a En Corto que esta maquinación no es ajena al propio Zaldívar, ni al amigo de éste, de andanzas intensas, el ex jurídico de la Presidencia del presidente Enrique Peña Nieto, Humberto Castillejos, quien trae una doble jugada:
Quedar bien con Scherer y Zaldívar, su amigo íntimo, y por extensión con el presidente López Obrador, pero al mismo tiempo despertar pasiones en contra en tiempos electorales, ante la aparente ingenuidad y complacencia de un presidente, que más allá de la prolongación del mandato de Zaldívar, ve la posibilidad del alargamiento de su mandato mismo, pero también la de su blindaje jurídico a futuro.
Es decir, si llegara a perder el control del Legislativo en las elecciones intermedias y las subsecuentes, y pierde el control del Poder Judicial, muchas serán las voces que demandarán su prisión por varios pendientes: el exorbitante número de muertos por el pésimo manejo de la pandemia y su obcecada decisión de no rectificar; la cantidad creciente de desapariciones forzadas; el número irrefrenable de feminicidios, el mal manejo de la economía y un interminable etcétera de acontecimientos mal planteados, y peor manejados.
Habrá que recordar que el encarcelamiento del expresidente de Brasil, Luis Inácio Lula da Silva pasó por el tamiz del Poder Judicial de ese país, en manos de los conservadores.
En Cortito: Los dichos de Arturo Zaldívar de defensa a ultranza de las mujeres y de los derechos humanos contrasta con los hechos y como botón de muestra lo que sucede en la Coordinación de Comunicación Social de la Corte donde su titular, el priista César Castillejos, ex vocero de Enrique Ochoa Reza, corre a las mujeres a diestra y siniestra para colocar a sus allegados. El caso más cruel sucedió con la directora de Área, Rosalba “A”, quien fue despedida en plena pandemia por el funcionario, aprovechando que ésta tuvo que atender a su mamá, quien finalmente murió, como consecuencia de Covid-19, para colocar a uno más de sus compadres.