Ciertamente, López Obrador no es como los otros; más bien se asemeja a Gabino Barreda: no sólo no entiende razones, tampoco le importa respetar su palabra, abiertamente es el jefe de campaña de Morena y está dispuesto a pasar por encima de lo que se le ponga enfrente, así sea la Constitución.
Poco le importa al ejecutivo federal llevar la investidura presidencial hasta la cocina del proceso electoral, a manera de mandil, con el riesgo de mancharla o desgarrarla. Mucho menos le inquieta incumplir con el misterioso acuerdo por la democracia que suscribió con los 32 mandatarios estatales.
Es tal el nivel de desesperación y miedo a perder que existe en el inquilino temporal de Palacio Nacional, en sus colaboradores y en el partido guinda, que la descoordinación y cruces de señales aparecen por todos lados.
Los más recientes y notorios son el desmentido de Claudia Sheinbaum a la afirmación del vocero de la pandemia, Hugo López Gatell, sobre el incremento de contagios en la Ciudad de México; y la acusación de Salgado Macedonio al líder de Morena, Mario Delgado, por no haber entregado a las autoridades electorales sus gastos de precampaña.
Todo esto y comprobar que Morena es sólo una entelequia, han llevado al primer mandatario a descuidar las formas y afirmar -envalentonado- que su derecho a hablar “está por encima de cualquier reglamento”. Sin embargo, baste decir que el Artículo 41 de la Constitución, no es cualquier reglamento, donde expresamente se prohíbe la propaganda gubernamental durante las campañas electorales.
La inexistencia de liderazgos fuertes en el Movimiento de Regeneración Nacional hace evidente el desorden que priva en dicho partido. Ni Yeidckol Polenvsky, ni Alfonso Ramírez Cuellar y mucho menos Mario Delgado han sido capaces de darle estructura y organización. Por eso AMLO ha decidido asumirse como jefe de campaña.
Sin pudor ni disimulo, López Obrador giró instrucciones al coordinador de Morena en el Senado, Ricardo Monreal de estar atento a las elecciones de Jalisco y Nuevo León, ya que le interesan mucho, según dijo la senadora morenista María Mercedes Gonzales en una transmisión, que ya se hizo viral.
Las campañas de los aspirantes de Morena a gubernaturas, ayuntamientos y diputaciones locales y federales no se escuchan, no se oyen y no tienen eco entre los ciudadanos. De ahí que Delgado Carrillo clame porque no se impida la voz presidencial; petición a la cual el presidente respondió con un: “no me callaran”.
Curiosamente, López Obrador expresa lo que, en los hechos, no cumple: “Sí de la democracia. Sí de que se participe, sí de que se haga valer la democracia, sí de que no haya fraude electoral, sí de que haya elección o elecciones limpias y libres, sí de que no intervenga el gobierno, que no se utilice el presupuesto público para no favorecer a ningún partido, a ningún candidato, sí que haya condiciones de igualdad para todos. que haya democracia. Eso sí, sin inclinar la balanza o mostrar preferencia por algún partido o candidato”.
Pero si le aplican medidas cautelares para que cumpla con la ley, en su opinión se trata de un “golpe de Estado técnico”, cuando en realidad busca que le dejen el camino libre para llevar a cabo una elección de Estado.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
No sólo la pradera política enfrenta connatos de incendio, la Comisión Nacional Forestal informó que hasta las 11 horas de este día había 91 incendios forestales activos en 17 estados del país, con una superficie preliminar afectada de 18 mil 737 hectáreas.