Vaya que el cambio de mentalidad no sólo se presenta entre la población, la principal transformación se ha gestado en el presidente Andrés Manuel López Obrador, para quien casi todo lo malo del pasado y que hoy aplica sin rubor alguno, bajo su mandato se ha vuelto bueno, como por arte de magia o por un proceso de purificación, semejante al realizado con muchos de sus colaboradores.
De la noche a la mañana, se gestó una mutación ideológica transgénica en buena parte de ex priístas, que hoy se han reconvertido en cuatroteístas por convicción -faltaba más- y no por interés material, personal o de grupo, lo cual explicaría la lealtad ciega a su guía espiritual y su aquiescencia a todo lo que de él emana.
La fórmula de los otros datos, siempre reñidos con la realidad, permite a López Obrador y a su claque gobernante, justificar todas y cada una de sus acciones, aun cuando tiempo atrás eran malignas por provenir del neoliberalismo.
El ejemplo, por antonomasia, del cambio de mentalidad lo constituye la militarización del país. Hace algunos ayeres, los morenista se desgarraban las vestiduras por las funciones de seguridad interior que llevaban a cabo. Hoy, las fuerzas armadas dedicadas a esta tarea y a la seguridad pública se han duplicado y sin embargo la violencia e inseguridad se encuentran en similares niveles a los previos.
Ante este hecho, no sólo callan como momias, sino que en vos del primer mandatario son los pilares del país, ya que su gobierno les ha otorgado concesiones aéreas, ferroviarias, marítimas y otras actividades económicas no contempladas en la Constitución. Además, se pueden dar el lujo de llamar enemigo al poder judicial, con el beneplácito de López Obrador, lo que debe ser una señal de alerta de los tiempos por venir.
También como parte del cambio de mentalidad, que parece más bien trastorno, se presentan los primeros signos de la “economía moral” que tanto anhela el titular del ejecutivo. Con los 8,900 millones de dólares que va a costar la construcción de la refinería de Dos Bocas, México podría comprar siete refinerías como la Deer Park y tener más que cubierta la autosuficiencia en gasolinas y combustibles desde ya.
Y lo más inexplicable de esta transformación mental es que a principios de este mes, el presidente López Obrador criticó la asociación que tenía Pemex con la petrolera Shell -dueña del 50 por ciento de la planta de Texas- desde los tiempos de Carlos Salinas de Gortari, pues en su opinión no había reportado beneficios para nuestro país, salvo procesar el crudo mexicano.
Si se ahonda un poco más, vemos cómo ese cambio verdadero cuatroteísta convirtió en consejeros presidenciales, a los machuchones prohijados durante el salinismo, qué tal vez no obtengan contratos leoninos, pero sí jugosísimos negocios que los siguen enriqueciendo.
Lo mismo puede decirse de las remesas que envían nuestros paisanos por trabajar fuera de nuestras fronteras, en especial en Estados Unidos. Antes eran expresión de la incapacidad del gobierno para brindarles oportunidades laborales y de desarrollo en su terruño; hoy, se presentan como logro de la política gubernamental y se les califica de milagrosas.
Y esa óptica lopezobradoriana diferente lo hace ver visiones en relación con la inversión extranjera. Mientras para el mandatario en el primer trimestre la llegada de capitales creció casi 15 por ciento respecto del mismo periodo de 2020, el Banco de México, precisa que en realidad fue menor en más de 29 por ciento, porque en las cuentas de la Tía Tatis, Tatiana Clouthier, secretaria de Economía, se le olvidó restar la salida de capitales en dicho periodo.
Y lo más lamentable es que en vez de comprometerse a regularizar, para ayer, el abasto de medicamentos para niños con cáncer, la mentalidad del presidente López Obrador lo lleva a quejarse de que los padres protesten y exijan atención a sus demandas de medicinas e insumos.
Mas que cambio, estamos frente al trastorno de la mentalidad y la personalidad del titular del ejecutivo, para quien la precariedad en la que viven millones de mexicanos es una exageración y parte de la guerra sucia contra Morena y sus aliados.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Cómo lo había anticipado, Diego Fernández de Cevallos, presentó este martes una denuncia ante la Fiscalía General de la República (FGR), contra el presidente Andrés Manuel López Obrador por difamación, a fin de que la dependencia investigue las acusaciones del titular del poder ejecutivo en su contra.