Con la humildad y sencillez que le caracteriza, los fines de semana se escapa del pesado encierro de vivir en un palacio, tan untuoso como pocos, pero que a él no le da pena mostrarlo a todo mundo, para que se den cuenta de la difícil situación que debe soportar a diario. El reyezuelo está tan a disgusto de tener que habitar esa especie de castillo de lujosísima pureza, que por más que clama sus súbditos no le hacen caso y le niegan el catre que tanto anhela; si no el mismo que usó en la casa del estudiante tabasqueño, al menos uno que se le aproxime, pues el exceso de comodidades ha hecho que muchas de las veces camine encorvado o cuando está en la baranda de un barco, tenga que aferrarse para no caer.
Candiles, pisos de maderas finas, cuadros, murales y adornos de gran valor le causan tal desasosiego y escozor, que necesita salir a recorrer, una vez más, esos caminos de Dios en donde –viera usted- se come delicioso y donde no están a la mano los médicos que le impiden darse esos atracones en fondas y restorancitos que están a la vera del camino, por donde lo llevan sus andanzas quijotescas. Obvio no lo hace montado sobre un jamelgo, ni tampoco en el tsurito o el jetta; ahora lo hace en camionetotas blindadas y casi siempre acompañado de los secretarios de la Defensa y de la Marina que, sin publicitarlo, llevan a cabo la logística para garantizar la seguridad y la vida de la máxima autoridad del país.
Y los medios de comunicación, nacionales y extranjeros no lo entienden, díganlo si no los miles de seguidores que tiene gracias a las dádivas, limosnas o mini apoyos que brinda –con los impuestos que recauda de los contribuyentes- a los cabecitas blancas, a los mal llamados “ninis”, a campesinos, a personas con discapacidad, a estudiantes, para quienes ese hombre de pelo cano, con sobrepeso, de andar balanceado y que difícilmente puede traer correctamente el nudo de la corbata, es la encarnación misma de las mil y un deidades existentes en el planeta tierra.
La opulencia con la que vive en su Palacio –morada temporal- en forma alguna lo ha transformado, como dicen sus malquerientes. Al contrario, su identificación con los desvalidos es tan, pero tan grande que, por ejemplo, ya sembró un arbolito en memoria de los fallecidos por el coronavirus –ya cerca del cuarto de millón de mexicanos, de acuerdo con cifras oficiales. Y para que vean que su solidaridad con las víctimas del derrumbe de un tramo de la Línea 12 del Metro es completa, rechazó irse a tomar la foto con los afectados, faltaba más, si esas son manifestaciones neoliberales.
Desde los ventanales que miran al Zócalo de la Ciudad de México ve desfilar a mujeres violentadas o a familiares de víctimas de la violencia en general y de género en especial, a madres de desaparecidos o de hijos con cáncer que después de más de dos años siguen sin tener acceso garantizado y regular a los medicamentos,
Para él, que nada que sea humano le es ajeno, llevar la pesada carga de deambular por los pasillos y salones en que lo hicieron virreyes y gente de la nobleza es un sacrificio que está dispuesto a continuar para salvar al pueblo, que cada día se empobrece más. También habrá de soportar las penurias del lujo que significa vivir en Palacio Nacional, con tal de extender en el tiempo su encargo y rescatar todas las manifestaciones y actividades preindustriales que dan lustre a la mexicanidad.
Claro que no es nada fácil llevar esa vida casi monástica en el lugar desde donde los españoles determinaban sobre vidas y haciendas. Él, que no busca ni poder ni dinero, sino la felicidad de los mexicanos; él, que ya no se pertenece a sí mismo, tiene que lidiar a diario con el mobiliario y pasado aristocráticos, a fin de que la investidura presidencial no se vea mancillada con reclamos de necesidades urgentes ni por quienes dudan de su proyecto.
En el interior de palacio, el sacrificio de la opulencia, interpretación muy subjetiva de la austeridad republicana; hacia el exterior, que todo se vaya al carajo. Esa vida lo único que merece es conmiseración, como en los cuentos sin final feliz.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
A través de la hoja informativa “Establecer la lucha contra la corrupción como un interés fundamental para la seguridad nacional de los EE.UU.”, la Casa Blanca indicó que el gobierno de Joe Biden está plenamente comprometido en combatir la corrupción y las lagunas que socavan la democracia, por lo que seguirá con el financiamiento a organizaciones y medios de comunicación para denunciar y combatir la corrupción.
@Edumermo