Sin rubor alguno, los morenistas y sus aliados estarían dispuestos a morder la mano que les quitó el bozal, pues hasta entre ellos se tiran una que otra tarascada. A ciencia cierta se desconoce si este comportamiento está influido por el destape adelantadísimo de las corcholatas, los resultados de la consulta popular o la tercera ola del coronavirus.
El caso es que se han quitado el cubrebocas de la obediencia y lealtad ciegas, para demostrar que tienen voz propia, sin que por ello dejen de utilizar el megáfono para hacer más estridente el acompañamiento a las ideas presidenciales, a fin de no quedar fuera de la jugada sucesoria.
El retraso en la eliminación del fuero a los diputados Saul Huerta y Mauricio Toledo ya provocó dimes y diretes entre el subsecretario de Gobernación Alejandro Encinas, con el coordinador de los senadores de Morena, Ricardo Monreal, así como el reclamo a los diputados por parte de la procuradora de la Ciudad de México, Ernestina Godoy.
Mientras tanto, los principales dirigentes morenistas, empezando por el jefe del ejecutivo se encuentran desbocados, tratando de sobrevender el “éxito” de la consulta popular y, por supuesto, colgarse la medalla de haber logrado que poco más de 6 millones de ciudadanos concurrieran a las urnas.
Con ello, quieren ocultar que en poquito más de tres años, perdieron la simpatía de casi 25 millones de mexicanos; es decir, que en agosto de 2021 apenas si obtuvieron uno de los cinco votos favorables que conquistaron en el 2018. Dos meses antes, en junio del presente año, los candidatos de Morena únicamente lograron la mitad de sufragios de la elección federal pasada.
En resumidas cuentas, en dos meses, perdieron 10 millones de votos. Si a eso le llaman, éxito, me cuesta trabajo imaginar de qué tamaño debe de ser la pérdida para que lo consideren un retroceso, pues ellos –las huestes cuatroteístas- no saben de fracasos ni debacles, aunque sí de derrumbes como el de la Línea 12 del Metro.
Para justificar este tremendo descalabro, reciclan sus críticas al Instituto Nacional Electoral, e introducen un elemento novedoso: los usos y costumbres de la sociedad mexicana luego de “siglos de imposición”, y ya no nada más de la época del neoliberalismo, que le impiden reconocer la importancia de las consultas, sean patito o no.
Aprovechando el “desbozalamiento” patrocinado por el cuatroteísmo, el ejército de servidores de la nación y de la CDMX quiere convencer a los ciudadanos que acuden a vacunarse contra el Covid-19, que esta acción es gracias al presidente Andrés Manuel y a la doctora Claudia Sheinbaum.
Sabedora de que es la corcholata consentida del ejecutivo federal, la jefa de gobierno de la Ciudad de México ya se quitó el bozal -Manuel Bartlett Díaz, dixit- y no pierde ninguna oportunidad para mostrarse como la más adelantada aspirante a obtener la candidatura presidencial de Morena para 2024, aun cuando la capital del país, es la entidad donde se registran el mayor número de contagios y decesos a nivel nacional.
Habrá que ver hasta dónde llegan los morenistas “desbozalados”, ya que como dijo uno de sus más distinguidos miembros: cuando la perra es brava, hasta a los de casa muerde.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
En relación con los baches e inseguridad que priva en carreteras y autopistas del país, más vale que la actual administración se apresure a solucionar estos problemas, que afectan la movilidad de personas y mercancías, pues del 9 al 11 de noviembre, se realizará en la CDMX el IV Congreso Iberoamericano sobre Sistemas Inteligentes de Transporte (ITS).
@Edumermo