La reacción de estudiantes e investigadores del CIDE (Centro de Investigación y Docencia Económica) por la imposición de si director, es la primera manifestación colectiva, no política -o politiquera- ante el hartazgo por los abusos del poder del presidente sin nombre.
Los movimientos estudiantiles, a lo largo de la historia mexicana y en otras partes del mundo, siempre han sido reivindicativos de libertades y derechos, frente a actitudes autoritarias de gobiernos.
Desde su llegada a la Presidencia, el mandatario innombrable ha destinado tiempo, dinero y esfuerzos para minar la autonomía de organismos e instituciones, en especial las educativas.
Desde que llevó a cabo su reforma de la reforma educativa, fiel a su estilo marrullero, pretendió atacar la autonomía de las universidades públicas. Su iniciativa de reforma al artículo tercero que presentó al Congreso de la Unión eliminaba el párrafo referente al reconocimiento de la autonomía a las universidades e instituciones de educación superior, al buscar eliminar la independencia de la vida académica.
Y desde la segunda mitad del año en curso, ha enfocado sus baterías a atacar a las instituciones de educación superior, al señalar que se “hamburguesó”. Y al CIDE lo acusa de haberse “derechizado”.
Como el presidente sin nombre se autocalifica de “izquierda” -aunque en los hechos ha beneficiado preferentemente a los machuchones-, quiere que la juventud, estudiosa y no, también tenga esa ideología y deje de lado la pluralidad de pensamiento propio de las instituciones educativas.
Haber impuesto a José Antonio Romero Tellaeche, como titular del CIDE, incluso burlando la normatividad vigente, ha provocado el rechazo de la comunidad de ese centro de estudios.
Los moditos del presidente sin nombre y sus allegados además de ilegales, son insultantes.
Así quedó de manifiesto durante la sesión del Consejo Directivo del CIDE para designar al nuevo director, pese a las protestas del alumnado, el INE se manifestó en contra de esta decisión por contravenir la democracia interna, llamado al que se sumó el representante de la Secretaría de Energía, desmintiendo la supuesta unanimidad en el nombramiento.
La terquedad presidencial de imponer al director de ese centro de estudios, puede convertirse en el detonador de un incipiente pero vigoroso movimiento estudiantil.
Y no sólo en el ámbito educativo. El ejemplo puede trasladarse a las distintas esferas de la vida pública del país, ante los continuos y cada vez más radicales desplantes absolutistas del gobierno, que recurre a ellos para ocultar sus fracasos.
La lección de valor y democracia que hasta el momento nos está dando la comunidad estudiantil y académica del CIDE, con seguridad tendrá efecto expansivo, además de aliento fresco para las actividades económicas, políticas y sociales.
Los amagos contra las universidades públicas y privadas, en el cuatroteísmo deben terminar. En Mexico de-CIDE la democracia, no los caprichos presidenciales.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Cada vez son más quienes acompañaron al innombrable en su camino para llegar a la primera magistratura que toman distancia y manifiestan el desencanto con su gobierno, no sólo por sus escasos o nulos resultados, sonó por el discurso divisionista que promueve.
@Edumermo