De facto, el significado histórico de la cuarta transformación, en relación con las tres que le precedieron, estará determinado por el número de muertos que han acompañado a cada una de ellas.
Debido a la incapacidad del oficialismo para atender la pandemia y la inseguridad y violencia, esta administración podrá presumir como uno más de sus logros haber equiparado la cifra de decesos que dejó el movimiento revolucionario de principios del siglo pasado.
Cifras preocupantes en suma, teniendo en cuenta que el presidente sin nombre se vanagloria del carácter pacifista de su movimiento, que no rompe un cristal.
Frente a las centenas de miles de tumbas, hablar del inicio de una revolución de las conciencias, es uno más de los “sound bites” a los que recurre el innombrable en sus intentos de esconder la involución de su gobierno, que se traducen en el deterioro sistemático de las condiciones de vida de la población.
La pérdida de vidas por estos conceptos está lejos de ser el único de los fracasos que acumula el cuatroteísmo. A ello debe añadirse lo bastante percudido que está el pañuelito blanco como símbolo de haber acabado con la corrupción.
Conforme avanza el sexenio, se ha dado a conocer que varios de sus cercanos colaboradores y familiares han hecho del cochupo una forma para ganar fama y fortuna. Actos que abarcan desde su paso por la jefatura del entonces Distrito Federal hasta nuestros días.
También la investidura se ha visto manchada por las centenas de miles de muertos por la inseguridad y la violencia, así como por la pandemia, como consecuencia de las políticas fallidas emprendidas, aunado a la ineptitud de los responsables de llevarlas a cabo.
Sin poder siquiera haberle quitado un pelo a la mafia del poder, ni haber logrado las inversiones anunciadas al inicio de su gestión, el presidente sin nombre se tiene que sentar a la mesa con la minoría rapaz y hablar de cordialidad y respeto.
En contraste, el uso discrecional en el manejo de los recursos públicos, demuestra falta de claridad y de objetivos, pues en vez de disminuir las desigualdades, éstas se han incrementado de manera notable, hasta llevar a casi la mitad de la población a condiciones de pobreza y pobreza extrema.
Bueno, ni en las peores épocas del neoliberalismo se habían alcanzado porcentajes como los arrojados por el innombrable. Las evidencias científicas y no los otros datos dan cuenta del empobrecimiento sufrido por casi todos los estratos sociales.
La economía moral brilla por su ausencia. Tan es así que si bien ya se recuperó el número de empleos existentes antes de la pandemia, no se han creado las fuentes necesarias para dar cabida a más de millón y medio de jóvenes que se incorporaron al mercado de trabajo entre 2020 y 2021.
Presumir los aumentos a los salarios mínimos carece de sentido si se toma en consideración que durante el gobierno cuatroteísta es cada vez más notorio el aumento de la pobreza laboral. Es decir, los empleos generados son mal pagados.
La falta de medicamentos e insumos para cuidar la salud de los mexicanos es otro de los signos distintivos del cuatroteísmo. Los miles de muertos por este motivo se acumulan y no hay para cuando se pueda subsanar.
Es obvio que ante el cúmulo de reveses que atesora el innombrable, la cercanía de las festividades de fin de año le caen de peso, en especial porque quedarán lejos, muy lejos, las metas que se propuso alcanzar este año y durante su sexenio
De poco o nada le servirá su papel de picapleitos asumido los últimos días. Los muertos y la precarización de los mexicanos no se olvidan.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
La Suprema Corte admitió a trámite la controversia constitucional que interpuso el Inai en contra del acuerdo presidencial en materia de proyectos de infraestructura, lo que impide por ahora al gobierno federal reservar la información sobre dichos proyectos.
@Edumermo