Pleitos entre colaboradores, familia bajo sospecha; tres años después darse cuenta que las estrategias de salud y de seguridad fracasaron con rotundidad; obras insignia con sobrecostos, calidad en entredicho y poca viabilidad económica, están lejos de ser las mejores cartas de recomendación para que el presidente sin nombre y gracia siga.
Estas son apenas unas de las muchas cuentas del rosario de reveses que viene acumulando un gobierno que, con afán desmedido, busca ingresar a la historia patria. Sin duda lo hará y no precisamente como uno de los capítulos más luminosos y brillantes; al contrario, por lo visto en la primera mitad, será recordado siempre por los millones de nuevos pobres y los centenares de miles de muertos, a causa de su ineptitud e indolencia.
La belicosidad presidencial hacia sus adversarios y enemigos ha permeado al interior de su gabinete. La diferencia es que mientras el mandatario sin gracia la dirige hacia el exterior, sus colaboradores prefieren morder a los de casa, sin importarles un pepino que salgan a relucir sus cochupos.
El abierto enfrentamiento entre el fiscal general, Alejandro Gertz Manero, el ex consejero jurídico, Julio Scherer y la ex secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero deja entrever como la ambición -de todo tipo- se ha enquistado en el cuatroteísmo.
Por más que barre de arriba hacia abajo la corrupción la casa sigue sucia, manchada. Prácticamente no hay semana sin que se conozcan nuevos escándalos de colaboradores y el cobro de diezmos en los niveles inferiores es práctica recurrente.
Por más intentos que hace el mandatario sin estatua para que la gente olvide los casos de sus hermanos, Pío y Martín, de su prima Felipa y, recientemente de su primogénito José Ramón, sus casos siguen siendo objeto de atención y escrutinio público.
Además de los asuntos pendientes, dados a conocer por la Auditoría Superior de la Federación, empiezan a aparecer las deshonrosas cuentas en Segalmex, Banco del Bienestar, nominas escondidas en varias dependencias, contratos leoninos y un largo etcétera, de parte de funcionarios públicos.
El interés político o económico enterró los principios y valores que, a decir verdad, nunca han sido profundos entre el morenismo, pues la gran mayoría de ellos provienen del antiguo y neoliberal régimen, de donde saltaron para no perder privilegios y prebendas.
Y si eso ocurre entre quienes carecen de la categoría de corcholatas, no se requiere demasiada imaginación para explicarse cómo estarán los pleitos y las prácticas para engordar el cochinito entre los aspirantes presidenciales de Morena -el canciller Marcelo Ebrard, la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum y el titular de Gobernación, Adán Augusto López.
A este chapaleo en el lodo en el que se encuentra feliz el cuatroteísmo, se dio a conocer que le aplicarán la eutanasia al Instituto de Salud para el Bienestar, por la incapacidad de sus titulares para garantizar medicamentos e insumos y los pocos que consiguieron fueron con sobreprecio, en muchos de los casos. Sus funciones, las asumirá ahora el esquema IMSS-Bienestar.
Asimismo, se anunció, después de más de 115 mil asesinados en poco más de tres de años, la creación de la Coordinación Nacional Antihomicidios, que tendrá el mismo esquema de operación que la Antisecuestro, a la cual se incorporarán elementos de la extinta Policía Federal, tantas veces denostada por el titular del ejecutivo federal.
Así, el desmoronamiento en el cuatroteísmo es evidente. De ahí la urgencia de que la consulta de revocación de mandato, para que sirva de sellador y pegamento a los hilos que se le están desatando rápidamente al presidente y todo su proyecto se desfonde.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
El desorden también se registra en Morena, y ya empiezan a salir “corcholatitas”, como los diputados Carmen Patricia Armendáriz Guerra y Antonio Pérez Garibay -papá del piloto “Checho Pérez”-, que son quitapón por no necesitar destapador, al hacer públicas sus intenciones de contender por la Presidencia de la República en 2024.
@Edumermo