Vivir o trasladarse a la Ciudad de México (CDMX) para atender algún asunto es toda una odisea y un riesgo, significa enfrentarse a los problemas de movilidad y tránsito, de prestación de servicios públicos y de inseguridad, tan solo por mencionar algunos, y cuya responsabilidad para resolverlos recae directamente en sus autoridades.
En el Congreso capitalino la Jefa de Gobierno presentó el pasado domingo su primer informe de labores, cuya relatoría escapa a la realidad que sufren millones de personas que habitan esta ciudad.
Si bien reconoció a la ciudadanía por el pago oportuno de sus impuestos, dijo que “eso representa que los recursos se conviertan en obras, servicios públicos, proyectos de inversión…”. Más palabras y menos acciones, ¿por qué dónde están esos recursos? Tan solo hay que ver lo que viven los más de cinco millones de usuarios que utilizan el Metro diariamente para trasladarse a sus centros de trabajo, a la escuela, a su hogar.
Un Metro que está desbordado por su gran afluencia, que soporta la falta de mantenimiento y que se evidencia por el mal estado en su infraestructura; por los cortos circuitos y las inundaciones que afectan sus recorridos y que al suspender sus servicios ocasionan el caos para los miles de usuarios que no tienen más alternativas de transporte que caminar grandes distancias para llegar a su destino. Un Metro donde abunda la informalidad (que es del 44.5% en la capital, según la ENOE), donde se vandaliza, donde se roba, donde si no se tiene cuidado, pueden ser inyectados con sustancias nocivas para la salud, entre otros.
Quienes hacen uso de un automóvil tienen que transitar sobre calles y avenidas en mal estado, Raymundo Riva Palacio en el periódico El Financiero publicó hace unos días que en la CDMX se calcula que hay alrededor de 145 mil baches, hundimientos y socavones.
Para solicitar su reparación hay que acudir varias veces a la Subdelegación Territorial de la alcaldía que corresponda, para reportarlo y darle seguimiento por meses, primero para que te atiendan y segundo porque su reparación es por etapas: se hace la investigación, envían a una cuadrilla para rellenarlo, posteriormente acuden los responsables de pavimentar y por último quienes recogen el material sobrante. Hay una división clara y dispersa de ese trabajo.
Y que decir del colapso de un sistema de drenaje obsoleto, porque no hay dinero para su renovación, sustitución o mantenimiento. Con las lluvias, antes se inundaba el oriente de la ciudad, concretamente Iztapalapa, donde curiosamente la Jefa de la CDMX gobernó durante tres periodos, hoy la anegación se da en otras alcaldías como Álvaro Obregón, Coyoacán y Tlalpan. Vemos ríos de agua que acaban con el patrimonio de las familias, rompen la estabilidad, la salud, la seguridad y atentan contra la vida de la gente. Las aguas negras salen a flote, la eficiencia y eficacia no es el fuerte de su administración.
Si de seguridad hablamos, la Jefa de Gobierno mencionó en su informe que “logramos una reducción del 2024 a la fecha de 12 por ciento de los delitos de alto impacto”, hoy, lo que es la paradoja, el periódico Reforma publica en su primera plana que “Van 12 ataques de alto impacto”, entre ellos el atentado contra la lideresa de comerciantes en el Centro Histórico, el asesinato de una abogada penalista en la esquina de la avenida Cuauhtémoc y Viaducto, el homicidio de dos de sus colaboradores sobre Calzada de Tlalpan y, recientemente, a las afueras de la Ciudad Judicial fue atacado un abogado.
Estos actos que indignan a la sociedad no coinciden con el logro de las 294 sesiones del Gabinete para la Construcción de Paz que se realizan todas las mañanas.
Y solo por mencionar están los plantones y marchas que afectan la seguridad y patrimonio de los comerciantes donde difícilmente se detienen a los agresores; la falta de agua potable en Iztapalapa, los paraderos de autobuses que ocasionan tránsito e inseguridad, la burocracia anquilosada de las oficinas para la expedición de licencias y permisos, entre otros.
La realidad que viven millones de habitantes de la Ciudad de México es la prueba más contundente de que la narrativa oficial ha sido rebasada por la realidad del asfalto, el Metro y las colonias.
En el grupo político que ha administrado la Capital por un cuarto de siglo, ya no caben las excusas ni justificaciones, porque gobernar a la CDMX no es un simple ejercicio de reparto de programas sociales, es una obligación ineludible de enfrentar y resolver con decisión los problemas de la Ciudad que juraron servir.
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Marcos Palafox Martínez | |
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