Después de transcurrido un tercio de la presente administración cuatroteísta, parece que al fin el presidente Andrés Manuel López Obrador encontró el algoritmo que le permita llevar a cabo su proyecto: la coyota, a través de la cual pretende endulzarnos la terrible realidad de tener un mal gobierno en momentos difíciles.
Si hace medio siglo, el input eran las aguas de jamaica y horchata, ahora es la coyota en la que confían el primer mandatario y el líder del senado, Ricardo Monreal para guiar su proceso transformador, como quedó de manifiesto en el desayuno que sostuvieron ambos y en, donde se giraron instrucciones precisas del Ejecutivo al Legislativo, sobre los cambios legales que aún hacen falta.
Para que no hubiera dudas, Monreal Ávila posteó en un tuit: “En una colaboración de poderes, respetuosa, avanzamos en el diseño legislativo para otorgarle a la población justicia y mayor bienestar social; ése es el propósito. Son nuestras metas, y en unidad las alcanzaremos”.
Sin embargo, como dice el refrán: “el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones”, y eso se observa con nitidez en los términos en los que está por aprobarse el Presupuesto de Egresos de la Federación 2021, en el cual los recortes de recursos para estados y municipios, poder judicial y organismos autónomos buscan ahogarlos y dejarlos atados de manos para cumplir funciones y obligaciones.
En cambio, como por arte de magia, los recursos de fideicomisos y del fondo de salud quedaron en el limbo -la caja no tan chica-, para que López Obrador pueda disponer de ellos a su real saber y entender, sin que ello necesariamente signifique eficiencia y transparencia.
Cuando los problemas de inseguridad e impunidad se encuentran en niveles ofensivos para la población, la administración lopezobradoriana ha determinado disminuir de manera sustantiva los recursos destinados al combate a tales flagelos, lo que aleja las posibilidades de que los mexicanos podamos acceder a una justicia pronta y expedita.
A los otros dos niveles de gobierno -estados y municipios- el presidente y sus incondicionales en el Congreso de la Unión también les negaron la posibilidad de ofrecer mejores servicios a sus gobernados, al recortarles las participaciones que les permitirían cumplir con sus obligaciones, con el evidente propósito de generar descontento social.
Y como nada debe quedar fuera del control total al que aspira el primer mandatario, igual redujo recursos a organismos autónomos, en particular a los que tienen que ver con la organización, vigilancia y sanción de los procesos electorales, así como aquellos relacionados con la transparencia y derecho a la información.
No conforme con eso, el secretario de Hacienda -quizá para que lo siga aguantando el presidente en su cargo- anunció que va a jinetear los recursos destinados a la compra de vacunas anti Covid-19, prorrateando la compra de las mismas en módicas mensualidades, lo que llevaría un año para que todos los mexicanos pudieran tener posibilidad de que se la apliquen. Claro, sin precisar aún cuánto costará cada dosis, cuyo costo varía entre los cuatro y 12 dólares por unidad.
Utilizar la coyota como input parece insuficiente para construir un algoritmo válido y más bien su dulzura puede atraer coyotes, que cada vez aúllan más cerca de Palacio Nacional.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Es muy probable que, para conmemorar el 110 aniversario de la Revolución Mexicana, tendremos un millón de compatriotas contagiados y 100 mil fallecidos por Covid-19. ¿Son cifras para celebrar?