En torno al inicio de clases, y con éste a la decisión tomada por los líderes de la CNTE de boicotear el regreso a las aulas en Oaxaca, Chiapas, Guerrero, Michoacán y algunas delegaciones de la Ciudad de México hasta que el gobierno no se doblegue en pro de sus intereses, varias columnas se pronuncian este día. En primera instancia, Salvador García Soto (El Universal) analiza la decisión tomada por la CNTE desde un punto político y social. El desprecio de los padres de familia, la condena directa de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) y, de a poco, el futuro drenado de los niños que no tendrán clases son algunas de las consecuencias inmediatas. Pascal Beltrán del Río (Excelsior) se detiene en las cifras y en el deterioro de la educación pública. Son 27.5 millones de alumnos los que, en teoría, deberían estar regresando a clases este lunes 22 de agosto. Lamentablemente, las entidades del país mencionadas arriba reducirán considerablemente ese número. En consecuencia, otro dato se expresa sólo: el número de estudiantes inscritos en colegios privados crece 6.5 veces más rápido que el de sus pares en escuelas públicas. «El Estado sigue gustando en preparar profesores cuyos servicios han dejado de ser necesarios», arguye al respecto el periodista. Por último, Sergio Sarmiento (Reforma) propone la cara inversa de la moneda: evaluar a la Secretaría de Gobernación (SEGOB). «Los parámetros de evaluación son muy sencillos —argumenta. El éxito de la estrategia se medirá por el número de escuelas abiertas, el fracaso por las que permanezcan cerradas». Como la CNTE, ¿se negará SEGOB a ser evaluada?
Fuera de la coyuntura tres columnas merecen la lectura:
- «Héroes y tumbas», Valeria Luiselli
- «Violencia y drogas: el origen borrado», Héctor Aguilar Camín
- «El Estado indómito», Jesús Silva-Herzog Márquez
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