El mezcal es uno de los destilados más emblemáticos del estado de Oaxaca, su producción involucra el cultivo de agaves, cosecha, corte, cocimiento, molienda, fermentación, destilación y envasado; procesos que demandan paciencia, fuerza, energía y amor para lograr la bebida que destaca por sus aromas y sabores únicos.
En esta ardua labor, las mujeres desempeñan un papel importante, muchas de ellas atesoran el conocimiento y secretos que por generaciones han prevalecido en los campos y palenques en los que se generan variedades clasificadas en Mezcal joven o blanco, Mezcal reposado y Mezcal añejo. Muchas aprendieron este oficio con sus abuelos, padres o esposos.
Son maestras mezcaleras que dominan la historia y el manejo de los agaves que se cocinan bajo tierra y se fermentan por unos días para luego destilarse; son mujeres que enaltecen el valor y tradiciones de sus comunidades y que muchas veces son el único sostén de su familia.
La historia de Reyna Sánchez inspira y nos hace valorar el trabajo de las mujeres en este sector que pareciera exclusivo de los hombres. Ella heredó el conocimiento y sabiduría de su abuelo, quien le transmitió los secretos mezcaleros, la forma de trabajar la tierra y sus bondades, así como las técnicas y procesos para generar el mezcal.
Su labor inicia con la siembra de los magueyes, su crecimiento y cuidado es de ocho a nueve años; después hay que cortarlos con cuidado y esperar a que estén listos para hornear, un proceso de hasta 15 días. Posteriormente se ponen al sol para que tomen fuerza y se rebanan para fermentar durante tres días, después se pasa a las ollas para destilarlo. Ella calienta el horno y las piedras volcánicas con leña de mezquite, guajal o guamúchil.
El mezcal es sinónimo de celebración y tradición; protagonista de velorios, bodas, bautizos y cumpleaños. Reyna prefiere beber el mezcal solo; en su comunidad se acostumbra tomarlo por la mañana, o mezclado con polvo de café o con un poco de jugo de naranja. A la maestra la encontramos en Zagalá en el municipio San Luis Amatlán.
Bertha Vázquez es originaria de San Baltazar Chichicápam, región en la que produce las variedades espadín, mexicano, tobalá, tepextate y cuishe; desde los siete años tuvo acercamiento con el proceso ya que sus padres y tíos conocían el oficio. “Me gustaba ir al palenque, saborear el dulce del maguey y mientras ellos comían, yo jugaba con sus herramientas”.
La necesidad la llevó a dedicarse de tiempo completo a esta actividad, tras enviudar se hizo responsable de sus hijos y de la elaboración del mezcal que es parte de la cultura y de la vida. Está acostumbrada a cortar los agaves, cargarlos y llevarlos a hornear. Actualmente tiene dos ayudantes; su nieto y nuera ya aprenden el oficio para hacer su propia producción.